Después de tres semanas de máxima tranquilidad entorno al dichoso bicho, los últimos días han sido un cúmulo de malas noticas al respecto, lo cual se ha traducido en una incertidumbre total sobre lo que puede suceder con la temporada a partir de ahora. Diría que es la primera vez que la NFL le ve realmente las orejas al lobo y que sufre en sus propias carnes esta asquerosa pandemia en la que está sumido el mundo entero.

Al primer caso confirmado del cornerback novato de Falcons A.J.Terrell el sábado pasado, se le sumó a mitad varios contagios entorno a la plantilla y staff de Titans, que terminaron convirtiéndose en un plaga total que obligó a realizar el primer cambio del año en el apretado calendario de la liga, reagendando el encuentro entre el conjunto de Nashville y los Pittsburgh Steelers programado para este domingo. 

Sin embargo, cuando todo hacía indicar que este sería el primer y único contratiempo hasta el momento, el sábado supimos que Cam Newton también había dado positivo y que el viaje de los Patriots a Kansas City para disputar un clásico de los últimos años se retrasaba hasta que se conocieran los resultados de los tests masivos que se realizaron a todos los integrantes de New England. Afortunadamente todas las pruebas salieron negativas de manera que, aunque con un día de retraso sobre lo previsto, podremos disfrutar de este enfrentamiento, el cual ha sido recolocado para este mismo lunes por la tarde, una hora y media antes del inicio del Monday Night Football.

Aviso muy gordo el que recibe una NFL que parece moverse a ritmo de una improvisación que a los aficionados no nos inspira ningún tipo de confianza. No quiero parecer pesimista pero el hecho de estar así recién en la semana cuatro nos invita a pensar que en cualquier momento tendremos que afrontar un parón momentáneo hasta que las aguas vuelvan a su cauce. Espero equivocarme y que lo sucedido tanto a Titans como a Newton sea un caso aislado y que podamos disfrutar del resto de Regular Season sin mayores contratiempos.

FANGIO RESPIRA

Difícil papeleta la que tenían que afrontar los Broncos el jueves pasada en su visita a los New York Jets. Si bien se enfrentaban al que posiblemente sea el peor equipo de la actualidad, se presentaban al mismo con su tercer quarterback en cuatro partidos, un Brett Rypien que hasta hace unos días se había limitado a ser un jugador de practice squad. Semana corta, sin apenas preparación, con viaje largo de por medio, con un QB debutante y con las numerosas lesiones que han asolado la plantilla, en definitiva, un reto mayúsculo.  

A pesar de todo ello y no sin sufrimiento, el equipo de Las Rocosas estrenó su casillero de victorias, dando algo de aire a un Vic Fangio al que le habían crecido los enanos en cuestión de un mes. Vale que no dieron la mejor de las imágenes, pero como digo tenían todo en su contra y sino llega a ser por un par de acciones desafortunadas de Rypien, totalmente entendibles atendiendo al contexto ya comentado, habrían salido con una muy buena nota del MetLife Stadium. Momento para saborear el triunfo, juntar filas, trabajar en dejar atrás el infortunio en torno a las lesiones y sobretodo tratar de recuperar efectivos. Debemos darle un voto de confianza a Fangio y a este proyecto.

DULCE CAROLINA

Llevo avisando desde la primera semana, incluso de antes, que Carolina no es ni mucho menos un conjunto respecto al cual sus rivales puedan confiarse. Más bien al contrario, nadie debería dar por asegurada una victoria frente a unos nuevos Panthers que si bien están dando sus primeros pasos como proyecto la sensación es que tienen muy clara la película de cómo quieren jugar y saben a la perfección cuales son sus virtudes y cuales sus defectos, los cuales está minimizando maravillosamente un staff que está demostrando que ha llegado a la NFL con las ganas de dar mucha guerra. 

Joe Brady está sabiendo sacar lo mejor de un Teddy Bridgewater que no puede más que dar las gracias todos los días por haber caído en las manos de una mente ofensiva de tal calibre como la del coordinador. Es muy posible que en estas primeras cuatro semanas de competición hayamos presenciado la mejor versión del QB no solo desde que superó su trágica lesión de rodilla sino desde que es debutó allá por 2014. Está sabiendo conectar bien con todos su cuerpo de receptores, el cual está respondiendo a las expectativas que lo situaban como uno de los más completos de este 2020, y como añadido se le ve más atrevido que nunca a la hora de salir corriendo en jugadas rotas. Incluso la baja de Christian McCaffrey no está afectando tanto como a priori podíamos suponer y el comité de corredores formando por Mike Davis y Reggie Bonnafon está cumpliendo notablemente.

En cuanto a la defensa es verdad que se están mostrando más vulnerables, pero también nos están dejando detalles para la esperanza. Dos rookies como Jeremy Chinn y Yetur Gross-Matos están aportando de manera sustancial, dando muestras de que pueden llegar a ser jugadores muy importantes en sus respectivas posiciones. Para mí gusto el pass rush está siendo la faceta con más problemas en este arranque ya que, aunque la línea logra colapsar el pocket de forma intermitente no terminan rematando la faena. Lo más positivo en este sentido es que a pesar de ello, una secundaria que sobre el papel sería muy débil, esta siendo competente. Buenas noticias en Carolina.

NAGY AL DESCUBIERTO

¿Y si resulta que Trubisky no era el problema en el ataque de Chicago? No seré yo quien exculpe al que hasta la semana pasada era el QB1 del equipo de la Ciudad del Viento ya que no son precisamente pocas las carencias que ha demostrado durante sus poco más de cuatro años como profesional, pero era bastante evidente que también existía un problema en la banda. Problema que ha quedado totalmente expuesto tras la esperpenta actuación de los Bears este domingo en el encuentro que a la postre significaría su primera derrota de la temporada.

Tanto aficionados como analistas señalaban justamente antes de esta jornada que Chicago era claramente el conjunto más desentonaba entre aquellos que se mantenían como invictos. No me gusta poner en entredicho la victoria de ningún equipo, ya que todas valen igual independientemente como se produzcan, pero es indudable que al menos dos de ellas llegaron por una mezcla tanto de suerte como de inoperancia rival. Los triunfos, sobretodo el último de ellos, habían escondido el pésimo rendimiento de una ofensiva inconsistente en la que los problemas van mucho más allá de la posición de quarterback.

De la misma forma que el último cuarto de Trubisky frente a Lions (primera semana) había sido un espejismo también lo fue el de Foles el domingo pasado frente a Falcons. La realidad es que el ataque es incapaz de mover las cadenas de forma sostenida, de establecer una amenaza terrestre real y de encontrar un receptor fiable que no se llame Allen Robinson. Y de todo ello el mayor culpable es Matt Nagy, un head coach que se encontró el premio a entrenador del año hace dos temporadas gracias al trabajo que había realizado Fangio con la defensa, pero que para mí gusto apenas había mostrado nada en ataque. El citado premio, la presencia en playoffs de 2018 y la mala imagen de Trubisky le concedieron la oportunidad de fallar la campaña pasada, pero ahora que por fin se ha cargado al QB en detrimento de Foles ya no hay excusas. O el ataque empieza a carburar o las miradas que antes se cernían sobre el bueno de Mitch no tardarán en recaer sobre la figura del entrenador.

BRADY EN MODO FAVRE

Cierto que el equipo de Tampa Bay está sufriendo desconexiones en algunos de los tramos de cada partido, cierto que este domingo la defensa fue un mal reflejo de la que había sido las tres primeras semanas, cierto que aún quedan piezas por encajar y cierto que aún queda mucho trabajo por hacer, pero que pinta tiene el ataque de estos Bucs cuando todos hacen su trabajo y sobretodo cuando Brady entra en sintonía.

Su actuación de la segunda parte del encuentro frente a Chargers fue merecedora de dos rombos. Un auténtico recital de poderío tanto a la hora de leer la defensa rival como de mostrar su brazo. Porque sí, lejos de lo que nos han querido vender desde hace meses Brady no solo tiene aún brazo y de sobra, sino que parece decidido a soltarlo sin miedo alguno. Es muy posible que sigamos viendo alguna que otra intercepción, pero si el ratio es similar al de esta semana (5-1) que se preparen sus rivales. El quarterback se ha soltado la melena, cada vez está mas cerca de comprender lo que significa jugar para Arians, por su parte el head coach también cada vez está mas cerca de entender lo que significa contar con Brady. El espectáculo no ha hecho más que comenzar.

LA AUTODESTRUCCIÓN DE O’BRIEN

El inconveniente de ejercer tanto de HC como de GM dentro de una misma franquicia es que cuando las cosas van mal sobre el terreno de juego, más allá de los propios jugadores solo hay una figura a la que culpar. En el caso particular de los Houston Texans, en el que Bill O’Brien lleva el último año y media pegando volantazos sin ton ni son, y haciendo y deshaciendo a su antojo, toda  la responsabilidad del horroroso inicio de temporada debe recaer sobre su figura.

Es imposible perpetrar un playcalling peor que el que está llevando a cabo el entrenador principal del conjunto tejano. En una época como la actual en la que la liga está plagada de mentes ofensivas realmente brillantes, O’Brien está quedando retratado semana sí y semana también. Watson le ha salvado el pellejo las dos últimas temporadas, pero en esta ocasión, en la que además la situación presenta agravantes derivados de la salida de una estrella de esta liga como es De’Andre Hopkins, ni uno de los mejores quarterbacks de la actualidad es suficiente para no hacer el ridículo cada domingo.

Backfields vacíos, rutas sin sentido, llamadas a destiempo, un juego de carrera inexistente y una línea ofensiva que continúa siendo el hazmerreir de la liga. Demasiados factores negativos que hacen al ataque de Texans totalmente previsible. Un caramelito para cualquier defensa de esta liga. Con haber revisado un par de veces el tape de esta ofensiva no resulta para nada complicado en predecir pre-snap que van a ejecutar una vez que el ovoide se ponga en movimiento. Ahora mismo este grupo necesita un giro de 180 grados, circunstancia que no parece que esté cerca de producirse mientras continúe O’Brien al mando de todas las operaciones de la franquicia.

ATRAPADOS EN SU PASADO

Todos los análisis previos a la temporada en torno a los Dallas Cowboys presentaban dos grandes interrogantes de las que iba a depender buna parte de las posibilidades del equipo de cara a este 2020. Una era la descompensación de una plantilla diseñada en torno a las posiciones de habilidad dentro del ataque y otra era presencia de una secundaria muy sospechosa, de la que todos decíamos que necesitaría la mejor de las ayudas por parte de un front seven veterano pero con mucha calidad entre los diferentes nombres que lo forman.Pues bien, después de los cuatro primeros partidos las respuestas antes estas dos incógnitas no pueden ser más negativas. Sin atisbo del más mínimo equilibrio entre las distintas facetas del juego y con una secundaria haciendo aguas por todos lados.

Respecto a lo primero, el ataque más allá de mostrarse altamente productivo se ha olvidado lo que significa dominar los encuentros a través de la carrera. Zeke es una mala copia del jugador que no hace mucho condicionaba a las defensas rivales, con un problema gigantesco de fumbles que jamás habíamos visto durante su carrera profesional. La línea ofensiva está lejos de ser esa unidad que durante varias temporadas marcaba el ritmo de los encuentros. Las bajas sufridas durante los últimos meses han dinamitado esta unidad y a día de hoy ni pueden abrir espacios a la hora de correr ni pueden ofrecerle la protección necesaria a su quarterback.

Dak Prescott está jugando a un muy buen nivel, posiblemente el mejor que le hemos visto hasta el momento, pero todo se basa en los big plays que se consiguen gracias a su trabajo y a la conexión que tiene con sus diferentes receptores. Los drives en lo que anotan son siempre rapidísimos, sin tiempo para pestañear, pero a pesar de producir mucho en cada partido, esta forma de jugar está siendo contraproducente para los intereses del equipo. Sé que suena raro decir algo así de una ofensiva que numéricamente es la mejor hasta ahora, pero está quedando totalmente demostrado que hoy por hoy este equipo no es capaz de soportar partidos con un ritmo tan desorbitado, en el que los fuegos artificiales se sacan en el minuto uno y no se guardan hasta el pitido final. 

Y no es capaz en gran parte porque la defensa no puede aguantar un evite de tales características, en el que tenga que estar pisando el terreno de juego constantemente sin haber tenido tiempo para tomar aire ni para realizar los ajustes pertinentes. La secundaria efectivamente está siendo el desastre que se esperaba, pero para servidor la mayor decepción se produce mas adelante, tanto en la línea como en la posición de los linebackers. El pass rush ni está ni se le espera, el impacto de Everson Griffen ha sido mínimo y DeMarcus Lawrence aún no ha hecho su aparición esta temporada.  Alarmante también el nivel de un Jaylon Smith que sin Leighton Vander Esch a su lado se ha convertido en un jugador mediocre. 

Hay mucho margen de mejora y el nivel de la división invita a creer que eventualmente podrían ganarla en el momento que mejoren mínimamente, pero en este momento resulta muy difícil imaginar un buen equipo de Dallas. Personalmente voy a seguir confiando tanto en McCarthy como en el proyecto, el cual no ha hecho más que empezar a rodar y al que evidentemente le queda mucho camino que recorrer, pero si la imagen del equipo sigue siendo esta las alarmas no tardarán mucho en empezar a sonar.

La semana que viene más y mejor.

Stéfano Prieto

@Stefano_USA

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