Doug Flutie es posiblemente uno de los mejores ejemplos de que las teorías sobre los QBs y sus alturas son, en su mayoría, estúpidas.

A medida que las líneas ofensivas aumentaban de tamaño, se suponía que el QB debía hacerlo. Esto provocó que a partir de los años 70-80, todo el mundo buscaba que su QB franquicia midiese al menos 6 pies (por encima del 1,83 en sistema métrico). Pero un hombre llegaría para revolucionar el sistema de una de las formas más extrañas del mundo. Y es que la carrera de Doug Flutie no es precisamente habitual.

Doug Flutie, el héroe de Boston College

Flutie escapa de la presión de Miami justo antes de lanzar su pase más conocido

Flutie nació en 1964, en una era donde tener ese tamaño ya era definitivamente decisivo para ser firmado. Ni siquiera en la NCAA tuvo un camino fácil, ya que solo recibió una oferta de un equipo de la División I, la mediocre Boston College. Y cuando digo mediocre, me refiero a que el equipo nunca había acabado en el top 25 desde el final de la Segunda Guerra Mundial, lo cual era la definición de un equipo menor. Ni siquiera en high school había sido un jugador espectacular pero ya hacía cosas increíbles.

Ni siquiera en Boston tuvo una oportunidad clara ya que el jugador era poco valorado por su altura. En 1981, Doug llegó a la universidad y fue colocado al final del Depth Chart en la primavera de ese año. Su entrenador de QB ese año sería una leyenda en la NFL como es Tom Coughlin, quién le vio poco a poco progresar. A pesar de su tamaño, el jugador fue ganando puestos y debutó contra Penn State, la cual estaba masacrando a Boston sin ningún tipo de problema. Desde la entrada de Flutie, al equipo le cambió la cara logrando anotar un TD en un partido que acabó 7-38. Debido a ese gran trabajo, el jugador consiguió el puesto de QB titular, llegando a competir un partido muy complicado a Pittsburgh.

En 1982, Flutie tomó las riendas desde el día uno de la universidad y llegó a provocar varios upsets frente a Clemson (empate) y Texas A&M (victoria). La temporada acabó 8-3-1, siendo tercero en la votación por el Heisman. Dentro de la prensa, se empezó un debate salvaje sobre si Flutie era demasiado bajo, sobre si estaba sobrevalorado por estar en un equipo mediocre e incluso sobre su capacidad para pasar como profesional. 1983 consiguió ser el año donde Boston acabó rankeado en el puesto número 19, pero el mayor año de su carrera y por lo que tiene una estatua sería 1984.

Hail Flutie. El milagro

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Boston College logra el milagro del siglo

Y es que 1984 llegó con una de las historias de la NCAA. A pesar de que el equipo cayó frente a West Virginia y Penn State, imposibilitando sus opciones de ganar la NCAA, lo demás fue íncreible. A medida que pasaban las jornadas, Boston se transformaba en un rival más y más peligroso, dejando en el camino a rivales como Alabama y llegando al partido frente a Miami con un récord de 7-2. Miami, estaba dirigida por Jimmy Johnson y tenía como QB a Bernie Kosar. En la segunda semana de temporada, eran el equipo número 1 de la nación y a pesar de una serie de derrotas, eran favoritos frente a Boston College.

El partido era emitido en CBS y hasta ahí en la introducción se volvió a repetir la historia de que Doug era una historia de hadas y muy bajo. Pero una vez empezó el partido, todo lo que se podía hablar era sobre un tiroteo salvaje de los ataques, con Flutie anotando de pase, de carrera y de cualquiera forma posible. A falta de solo 28 segundos para el final del partido, Miami se puso por delante en lo que parecía la sentencia del partido. Y aquí es donde comienza la leyenda. El drive arranca con un pase que permite al equipo colocarse en la yarda del 50 de Miami a falta de tan solo 14 segundos para el final.

Flutie cantó el 55 Flood Tip. Así se llamaba la jugada con la cual un receptor tocaba el balón hacia arriba para que el siguiente la recibiese. El problema es que Doug directamente se la lanzaba al segundo receptor debido a la potencia de su brazo. Tuvo que escapar de la DL de Miami y directamente lanzó una bomba de 60 yardas que cayó plácidamente en las manos de Whelan dentro de la endzone. Gritos de “Flutie Did It” en la radio, la locura en Miami y uno de los momentos más milagrosos del siglo. Una de las mejores universidades de la historia caía frente a una universidad católica y mediocre del noreste de Estados Unidos, una zona sin tradición.

Flutie ganó el Heisman ese mismo año y su estatua se encuentra en la puerta de la universidad. Doug Flutie es la única persona que ha sido capaz de poner sobre el mapa a esta pequeña universidad, colocandola dentro del top 5 por primera (y última) vez desde 1941. Pero la carrera de Doug empezó a verse abocada al desastre por culpa de la falta de visión de la NFL. Nadie quería comprometerse con el QB bajito, por lo que la USFL se adelantó y los New Jersey Generals le firmaron. Con 7 millones sobre la mesa, Flutie aceptó la oferta de Trump (presidente del equipo), debido a que sabía que no iba a ser elegido en las primeras rondas de la NFL.

Desastre en USFL y NFL

CHICAGO, IL – JANUARY 3: Quarterback Doug Flutie #2 of the Chicago Bears goes back to pass against the Washington Redskins during the NFC Divisional Playoff Game on January 3, 1987 in Chicago, Illinois. (Photo by Ronald C. Modra/Getty Images)

Su arranque en la USFL fue desastroso pero se recuperó justo en el momento en el que la liga desaparecía. Debido a ello, Doug tuvo que marchar a la NFL, donde sus derechos le pertenecían a los LA Rams, quienes le firmaron con una decimoprimera ronda del draft. Antes que él salieron buenos QBs en el draft como Bernie Kosar (draft suplementario) o Randall Cunningham. Otros de nivel medio como Frank Reich y Steve Bono. Pero otros desconocidos como Rusty Hilger, Scott Barry, Steve Calabria, Paul Berner, Buddy Funck y John Conner.

Esta era la fe que había en Flutie en la NFL, absolutamente nula. Los Rams traspasaron al jugador a Chicago, los cuales tenían como QB1 a un Jim McMahon destrozado por las lesiones. Mike Ditka creía en el jugador, pero McMahon consideraba que su puesto se lo merecían aquellos que habían sido sus suplentes, provocando tensiones en el vestuario. Doug debutaría en el partido final de la temporada de 1986 y sería titular en el enfrentamiento de Playoff frente a los Washington Redskins. 2 intercepciones y un mal partido provocaron la derrota y sentenciaron la carrera del jugador en Chicago.

Flutie volvió a ser traspasado, esta vez a los New England Patriots, volviendo a la que fue su casa en la universidad. Flutie recuperaría la titularidad que no se merecía perder en 1988 pero era evidente que no contaba con la confianza de su propio entrenador. A pesar de ganar 6 partidos en la temporada regular, Flutie fue sentado en la última semana de temporada regular y los Patriots colapsaron teniendo que volver a Flutie en los últimos segundos para una derrota asegurada. Este sería el final de su primer paso por la NFL. Todo marcado por “Es un enano” (frases textuales de la prensa) y falta de confianza por su estatura.

El rey de Canadá

Flutie, considerado el mejor jugador de la historia de la CFL.

Su llegada a la CFL fue la aparición de un dominio insultante y aplastante. Daba igual que equipo estuviese en frente, quienes fuesen sus receptores y quién jugase a su lado, Flutie ganaba. En British Columbia el jugador mejoró al equipo pero debido a que no le pagaban lo suficiente, se marchó a Calgary. En su primer año, llegó a ir perdiendo el divisional a falta de 25 segundos solo para anotar un TD de carrera que le permitieron llegar a la Grey Cup, donde la ganó con facilidad. Los Stampeders empezaron a dejar de pagarle y con 700.000 dólares de deuda, el jugador decidió marcharse. En esos 4 años en Calgary fue tres veces el MVP, lo cual demuestra cual era su nivel respecto al resto de la liga

En Toronto, llegó después de una temporada desastrosa de los Argonauts, solo 4 victorias. El año de su llegada ganó la Grey Cup, el año siguiente volvería a ganarla. En ambos años fue el MVP del partido, fue coronado como el mejor jugador de la historia de la liga y se estableció como un héroe. Cabe destacar que por esta liga había pasado otro QB legendario como Warren Moon, pero nadie logró el nivel de dominación que Doug alcanzó. En 8 años en la CFL, Doug tuvo 6 MVPs, 6.600 yardas de pase en una temporada y 48 TDs ese mismo año.

Una retirada que acaba en leyenda de Buffalo

Doug Flutie coronandose como el héroe que necesitaba Buffalo para olvidar a Jim Kelly

Con estos números, Doug estaba convencido de su retirada debido a que consideraba que su carrera de la CFL no podía ir a más. Pero en ese mismo invierno de 1997-1998, los Buffalo Bills llamaron a su puerta. El plan para él era ser el suplente de Rob Johnson, el qb traspasado y que se suponía iba a ser la nueva estrella de la liga. Su contrato era por el mínimo garantizado y se encontró con que se enfrentaba con el QB perfecto en medidas. Todo hacía indicar que el jugador no iba a tener un solo snap en su vuelta a la NFL pero Flutie volvió a demostrar su compromiso y completó una buena pretemporada.

Johnson caería lesionado en la semana 1 de la temporada y ahí llegaría el Show de Flutie. A pesar de que Rob mantuviese el puesto en las primeras 3 semanas, tras el bye llegó el momento de Doug de ser titular. Y tras tres derrotas con Johnson, Flutie empezó a hacer al equipo carburar. Corría con 35 años, pasaba, provocaba que los defensas cayesen y sobre todo, que Buffalo se ilusionase. En la semana 7 se enfrentarían a los Jaguars, invictos hasta el momento y dirigidos por el propio Coughlin. Flutie no tendría piedad de su antiguo mentor y en un cuarto y gol a falta de 18 segundos anotó el TD que daría la victoria al equipo del estado de Nueva York. Flutie perdería en primera ronda de Playoff pero se llevaría el premio al Comeback Player of The Year.

Con un contrato acorde a su nivel, 1999 parecía el año de Doug y de los Buffalo Bills. 10 victorias aseguraron el puesto en Playoff y Flutie fue sentado para el último partido de la temporada regular frente a los Indianapolis Colts. Rob Johnson jugó bien y en cualquier equipo eso no significaría nada, pero por desgracia los Bills no eran en ese momento normales. Ralph Johnson, propietario, ordenado a Wade Phillips, el GM, que Johnson jugase en Playoff frente a los Tennessee Titans. Nadie podía creerselo ni en la grada, ni en el campo ni entre el resto de entrenadores.

Buffalo culpable y mentor de Drew Brees

CLEVELAND – OCTOBER 19: Quarterbacks Doug Flutie #7 and Drew Brees #9 of the San Diego Chargers stand on the sidelines during the game against the Cleveland Browns at Cleveland Browns Stadium on October 19, 2003 in Cleveland, Ohio. The Chargers defeated the Browns 26-20. (Photo by David Maxwell/Getty Images)

El propio Doug ha repetido en múltiples ocasiones que no fue elección de Phillips y el propio Wade lo ha reconocido de formas no explícitas. Johnson hizo un partido horroroso, con solo 10 pases completados y sufriendo 6 sacks, pero aún así Buffalo parecía tener el partido ganado. Con un retorno de kickoff, ahora conocido como el Music City Hall Miralce, los Titans darían la vuelta al partido y se llevarían la Wildcard. Si Doug hubiese jugado, nunca hubiese habido ese kickoff porque el partido no habría estado tan igualado. Incluso en el peor partido de la temporada de Doug, los Bills hubiesen tenido una ofensiva más dinámica y con más opciones de escapar de los sacks. Pero nada se podía hacer ya y Flutie se marchó en dirección de San Diego.

Con 39 años, cualquier otro QB estaría de vuelta de la vida, pensando en la retirada. Pero para Doug, esta era la primera oportunidad en toda su vida de ser el QB titular y no la desaprovechó. Solo fue un año pero Flutie consiguió buenos números y sobre todo ayudó al desarrollo de algo que también marcaría su carrera. Su vuelta a la NFL provocó que el debate sobre la altura desapareciese y con ello jugadores como Drew Brees pudieron colarse en la segunda ronda. Ironías, y no tan ironías, del destino, Brees sería el suplente de Flutie, quien hizo de mentor para el joven QB de Purdue.

Tras mostrar con 39 años que se había merecido la oportunidad mucho antes, el veterano Flutie le dio paso a la era Brees pero continuó en el equipo, aportando su veteranía y sus consejos a una de las grandes leyendas actuales de la NFL. Curiosamente Flutie, con 40 años, coincidió con la última era de Schottenheimer. Dos personas que habían sido infravaloradas durante toda su carrera se encontrarían justo al anochecer de sus vidas deportivas y posiblemente sonreirían. Si Schottenheimer tuviese a Flutie en 1992, es muy probable que la historia de los Chiefs y del propio Flutie hubiesen cambiado pero eso es imposible de saber.

Su final en la NFL también fue histórico. Tras acabar su paso por San Diego y con 43 años, el jugador recaló en los New England Patriots de Bill Belichick. Con el Playoff asegurado, Miami iría a New England a un partido sin emoción. Pero en una decisión consensuada entre el legendario jugador y el aún más legendario entrenador, Flutie hizo un drop goal. El drop goal es en vez de hacer un FG normal, el propio “kicker” patea el balón sin que nadie le ajuste el snap. Esta jugada es la última de la carrera de Doug y la primera vez que se hace en el fútbol americano desde antes de la Segunda Guerra Mundial.

Un legado dentro y fuera del campo

Doug Flutie, ya retirado pero con el balón siempre a su lado.

Pero lo más importante de Doug Flutie en la NFL fue el camino que abrió para toda una generación. Sin Flutie, es muy probable que QBs como Drew Brees o Russell Wilson nunca hubieran tenido una oportunidad o hubiesen caído a la séptima ronda. Incluso Kyler Murray es en parte producto de la era Flutie, ya que es el único QB de su tamaño que ha estado en la NFL. Además, el jugador está en el salón de la fama del College Football y es el primer no canadiense en estar en el HOF de los deportes y del fútbol canadiense. Actualmente, Flutie sigue siendo una leyenda dentro de la CFL y su estatua es motivo de orgullo para todo Boston College.

Y al contrario que muchas de las historias contadas hasta ahora, Doug Flutie también ha sido excelso fuera de los campos. El jugador se casó con su novia del instituto, Laurie y nunca ha tenido un problema extradeportivo. De este matrimonio, tuvo dos hijos, Doug Jr y Alexa. Alexa fue cheerleader pero lo que marcó su vida fue la enfermedad de Doug Jr. El pequeño sufre de autismo, lo cual provocó que Doug se centrase en apoyar a todos aquellos que sufren esa enfermedad. Debido a ello, Flutie creó una fundación que tuvo la brillante idea de vender unos cereales llamados Flutie Flakes. En uno de los momentos más bonitos que se recuerdan, la afición de Buffalo (que ya había apoyado el proyecto cuando era su jugador) se volcó en masa el año que se enfrentaron a San Diego, comprando múltiples cajas en una forma de agradecer el paso de Flutie.

Su carácter alegre y su forma de ser también han provocado que todos sus compañeros y entrenadores tengan palabras cariñosas sobre un jugador que fue, sobre todo, distinto. Fue distinto dentro del campo, creando jugadas de donde no existía nada. Fue distinto fuera, comportándose siempre como un profesional y sin estridencias. Pero sobre todo demostró que el talento entrenado, al final siempre encuentra una forma de volver. La NFL le perdió durante su prime, pero incluso como un veterano, en el momento donde el resto pensaba en retirarse, el fue capaz de recuperar y ganarse al menos un año como titular. Flutie nunca entrará en el HOF de la NFL pero los fans de Bills, Chargers, CFL y gente que no tiene las medidas adecuadas siempre se fijarán en él como uno de los más grandes que ha pisado los terrenos de juego.

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