La historia de los Houston Oilers es un final triste con una de las historias más locas en la banda debido al carácter de Buddy Ryan.

El final de los Houston Oilers sirve para ejemplificar lo que paso en muchos lugares en los años 90. Empresarios codiciosos quieren su nuevo mega estadio y si no se les ofrece, se vende la franquicia a otro lado y tan contentos (como ahora con Spanos). Houston fue una de las ciudades que sufrió esta tragedia, pero una pelea en la banda quedaría como el último recuerdo de uno de los mejores equipos de la NFL de aquella época.

Houston Oilers como contendientes.

Warren Moon trata de escapar de un defensor

Con la llegada en 1984 de Warren Moon, los Houston Oilers pasarían de ser mediocres a arrancar a carburar tal y como habían hecho a finales de los 70. Justo mientras Moon se aclimataba al equipo, Bud Adams, el owner, empezaba a amenazar con trasladar al equipo. Para evitar ese traslado, la ciudad tendría que acometer las mejoras del Astrodome, algo en lo que tanto los políticos como la propia ciudad se volcó. En el mejor año de los últimos 6, en 1987, Adams llegó a ofrecer la franquicia a Jacksonville pero todo quedo en agua de borrajas. Mientras tanto, Moon metía a Houston en Playoffs y lograban un upset en la wildcard tras derrotar a Seattle. Se esperaban años de gloria en el futuro próximo de Houston.

Aún bajo los mandos del Head Coach Jerry Glanville el equipo llegaría dos años más a Playoff antes de ser despedido por caer frente a Broncos en la wildcard de 1989. Este despido, sorprendente, provocó la llegada de un nuevo entrenador Jack Pardee y de una nueva ofensiva, el run and shoot. Este juego de ataque se basaba en un juego de pase casi constante que provocaba partidos de alta anotación. Espectacular para el espectador y altamente eficiente, el equipo llegó a los Playoffs en sus dos primeros años sin llegar a la final de conferencia. Pero 1992 sería el inicio de todos los problemas. Con el equipo entrando en Playoff y una ventaja de 35-3 sobre los Bills en la wildcard, todo parecía preparado para ser una victoria definitiva para Houston. Pero el juego de pase tiene un gran problema, que no consume casi reloj.

Con un ataque que jugaba constantemente al pase, por lo que no quemaba casi reloj y una defensa que colapsó, los Bills lograron remontar el partido y ganarlo 38-41. Es la mayor remontada en la historia de los Playoff y se produjo sin la presencia de Jim Kelly en el campo. Este resultado ya de por sí horrendo, se demostraría como definitivo para la historia de Houston y para su futuro más próximo. Pero poco o nada se sabía tras la derrota. Pardee fue confirmado en el puesto junto con Kevin Gilbride como su coordinador ofensivo, pero para la faceta defensiva se firmó a Buddy Ryan, el protagonista absoluto de la siguiente temporada y uno de los mayores bocazas (en el sentido menos ofensivo posible) de la NFL. La llegada de Ryan desembocaría en el hundimiento final de la run and shoot a pesar de que era un coordinador defensivo. ¿Como pudo ocurrir?

Buddy Ryan el bocazas

Football: AFC Playoffs: Houston Oilers defensive coordinator Buddy Ryan on field before game vs Kansas City Chiefs at Houston Astrodome. Houston, TX 1/16/1994 CREDIT: Damian Strohmeyer (Photo by Damian Strohmeyer /Sports Illustrated/Getty Images)

Buddy Ryan es posiblemente uno de los mejores coordinadores defensivos pero tenía un pequeño defecto. Él se sentía como tal y esperaba que todo el mundo le respetase como tal. Su debut en la NFL fue junto a los Jets campeones de la SB y posteriormente marcharía a Minnesota donde volvería a llegar a la SB, en ambos casos siendo entrenador de la linea defensiva. Desde ese puesto subió a coordinador defensivo para los Chicago bears, donde implementó una nueva defensa conocida como 46 defense. Era tal el nivel de lealtad que tenían sus jugadores con él que en 1982 le propusieron como HC aunque finalmente sería el legendario TE Mike Ditka quién se llevaría el puesto.

Dos tipos que se aman a si mismo demasiado y se creen mejores que el otro suele transformarse en pelea. Esto fue lo que ocurrió en 1985, durante la temporada en la que los Bears se proclamaron campeones de la SB. Solo tuvieron una derrota, frente a Miami Dolphins y el partido casi acaba en desgracia. En el descanso los jugadores tuvieron que separar a Ditka y Ryan, los cuales estaban deseando pegarse. Aquellos Bears ganarían la SuperBowl y ambos saldrían a hombros en la celebración del trofeo, algo que no había ocurrido hasta ese momento. Gracias a todo ello el entrenador llegó a ser HC en Philadelphia, donde aguantó 5 temporadas, llevando en las tres últimas al equipo a Playoff. No obstante las polémicas no cesaron, con Ryan siendo acusado de haber primado a sus jugadores para lesionar a jugadores de Cowboys y este negando las acusaciones.

Tras su despido de Eagles, Ryan estuvo como comentarista en la CNN antes de volver a los campos. Llegaba a los Oilers como una figura defensiva y la verdad es que es totalmente cierto que remodelo para bien la unidad de Houston. De ser mediocre pasó a ser una buena unidad, pero eso no evitaría los problemas que derivaría su presencia en el staff. Desde el día 1 de su llegada, Buddy atacó a la ofensiva y focalizo su ataque en Kevin Gilbride, el OC. Tras llamar a la ofensiva como “chuck and duck”, protagonizó golpes duros en casi todos los entrenamientos, lo cual llevó a que Gilbride estuviese evidentemente molesto con él. Un inicio horrendo de temporada fue respondido con 11 victorias seguidas que meterían al equipo en Playoff. Pero eso no sería el final de la temporada regular por desgracia.

La pelea

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2 de enero de 1994. Los Oilers tiene un récord de 11-4 y se enfrentan ante los New York Jets que iban 8-7. Con la división prácticamente ganada y siendo un partido intrascendente, Gilbride cantó un par de jugadas de pase justo antes de que acabase la segunda parte ganando 14-0. Cody Carlson el QB, tuvo un fumble y esto provocó la descontrolada respuesta de Ryan quien empezó a gritar a Gilbride, el joven entrenador respondió devolviendole los gritos, lo cual provocó que el veterano le intentase soltar un gancho, con los jugadores teniendo que separarle. Ese momento se pudo ver en televisión en todo el mundo y desembocó en uno de los momentos de la temporada. A la semana siguiente, el equipo tenía que jugar en Playoff y los rivales eran los Kansas City Chiefs de Joe Montana.

Kansas era un equipo ideal para que los Oilers demostrasen que ese partido no les había afectado. Rival fácil, con problemas en playoff y con un QB como Montana que estaba en el ocaso de su carrera. Y durante tres cuartos parecía que el gameplan era el adecuado, el ataque sufría pero la defensa estaba maniatando sin problema a los Chiefs. En el último cuarto el ataque recuperaría algo de aire y anotaría un FG y un TD pero la defensa colapsó y encajó 21 puntos… Algo que no había encajado en los 11 partidos anteriores completos. Ese colapso fue el segundo en menos de 3 años y provocó que Bud Adams tomase una decisión lógica y consensuada: Explotar el equipo al completo.

Y que quede claro que el término explotar no es un eufemismo. Tras hacerse famoso esa temporada por sancionar a un jugador que no fue a jugar por el nacimiento de su hijo prometió que o se ganaba el anillo o se cargaba la franquicia. Y para ello el primer paso fue largar en un acuerdo absurdo a Warren Moon a Minnesota. Mientras tanto, Buddy Ryan se marcharía a Arizona Cardinals como entrenador jefe. Gilbride y Pardee durarían exactamente 10 partidos y el equipo acabaría 2-14. Adams al menos había cumplido una de sus promesas, había desmantelado el equipo por completo. Pero aún le faltaba lo mejor a la franquicia, el toque final que demostraba lo bueno que era Bud Adams.

Adiós Houston, adiós Memphis

Los aficionados de Houston muestran su enfado ante la decisión de marcharse vaciando el estadio.

Bud Adams decidió subir las apuestas y menos de 10 años después de remodelar el estadio, exigió a la ciudad que le pagase un nuevo estadio. Tras una de las crisis más graves que se recuerda del petróleo, tras haber gastado el presupuesto de una década en el Astrodome, la ciudad sencillamente se negó. No podía pagarlo, no tenía como hacerlo y no estaba dispuesta a apoyar a alguien que ya antes de decir nada era un villano. La decisión de Adams volvió a ser igual de moderada que su idea de destrozar el equipo en 1994, sin estadio nuevo se irían en 1998. Como escuchó que Nashville quería un equipo de NHL, el propietario rápidamente empezó a negociar con la ciudad y el 16 de noviembre consiguió su objetivo. Jeff Fisher estaba como entrenador y el equipo mejoró dentro del campo, pero todo lo que provocó el traslado sentenció la fortuna de la temporada.

1996 fue sencillamente el final más triste que se recuerda de una franquicia. Mientras que Cleveland se encargó personalmente de destrozar el estadio y hacerle una peineta a Art Modell, Houston simplemente le dió la espalda al equipo. De ser el equipo de la ciudad a ser literalmente unos desconocidos. Hasta 1995 se podían oír los partidos de Oilers en todo Texas, en 1996 había concretamente una radio que emitiera los partidos y solo cuando no coincidían con los Rockets (incluso en pretemporada). El estadio no es que no estuviese lleno, es que ni siquiera llegaban a las 35.000 personas lo cual era sencillamente increíble. La temporada acabó 8-8 solo porque en casa solo pudieron ganar 2 partidos ya que aquello no era su casa. Adams se dio cuenta y pidió permiso para marcharse ya a Tennessee a pesar de que su campo no estaba ni cerca de terminarse. Con la NFL y todo Houston deseando que tomase ese paso, Adams pudo llevarse a su equipo.

Pero ese traslado también tuvo truco y es que el equipo no podía irse a Nashville y tenía que ir a Memphis. Y la respuesta de Memphis fue exactamente la misma que la de Houston. Tendrán el nombre de mi estado pero no son mi equipo, así que les dieron la espalda en otro año mediocre de unos Oilers que no eran bien recibidos. Para más inri, los aficionados de Nashville tenían que recorrer casi 250 km para ir y sin una autopista, lo cual provocó que muchos ni se molestarán en ir. Dos años con la franquicia teniendo entradas de 1951 demostraban que la idea de Bud Adams posiblemente no fuese la mejor idea del planeta. Finalmente en 1998 el equipo se marchó a Nashville aunque no fuese exactamente a su estadio. Este sería el último año que existiesen bajo ese nombre ya que Adams los renombró como Titans en un intento (esta vez exitoso) de que Tennessee se sintiese orgullosa de su equipo.

De enero 1994 a la actualidad

Dos equipos salen de la misma historia (AP Photo/Mark Zaleski)

25 años han pasado desde aquella infausta pelea (26 en enero) y la liga ha cambiado mucho. Desgraciadamente, Buddy Ryan ya no está entre nosotros tras haber fallecido en 2016 debido a un cáncer tras haber sobrevivido a un infarto. Aún así, su legado sigue estando en la liga con Rex y Rob, los cuales demostraron su nivel con los Jets de principios de esta década. Gilbride por otro lado tendría una oportunidad fallida como HC en los Chargers y acabaría siendo dos veces campeón de la Superbowl como OC de Tom Coughlin. Irónicamente esto implica que Buddy y Gilbride tienen los mismos anillos como coordinadores. Ahora Kevin será el entrenador de los New York Guardians de la XFL.

Houston por otro lado no quedaría vacía de fútbol mucho tiempo. Ya en 1997 la ciudad aparecía como una de las favoritas para acoger al nuevo equipo de la NFL y Bob McNair lo intentó con todas sus fuerzas y su dinero. En 1999, les otorgaron la franquicia tras comprometerse a construir un estadio cubierto (con el propio dinero de McNair, no con el de la ciudad). 2002 sería el año de debut y a pesar de que sufriría durante sus primeros años, Houston volvería a tener una franquicia en la que creer, aunque nunca con el nombre de Oilers, ahora serían los Texans. Los Titans por otro lado alcanzarían una SB con Jef Fisher pero tras ello el equipo no volvió a llegar nunca a ese nivel.

Bud Adams falleció en 2013 tras haber logrado más de cuatrocientas victorias como propietario. A pesar de los esfuerzos constantes por introducirle en el Hall of Fame, aún no ha sido inducido pero es muy factible que finalmente lo consiga. A pesar de ello, siempre será uno de los propietarios más odiados de toda la liga y con razón. A pesar de ser el creador, también fue el destructor de los Houston Oilers y su ego acabó destrozando a una buena franquicia (en dos ocasiones). Evidentemente, poco o nada de esto impedirá que entre en el HOF, pero es un buen momento de recordar a los Houston Oilers. A pesar de las rivalidades y enfrentamientos que tenemos entre aficionados, ojalá ninguna ciudad tenga que volver a sentir lo que se sintió en Houston a causa de un hombre de negocios solo preocupado de su bolsillo.

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