Los Minnesota Golden Gophers están ante la mayor oportunidad en los últimos 50 años de conseguir lo impensable, poder competir por la NCAA.

Seamos sinceros antes de siquiera plantear los escenarios. Que Minnesota gane de forma consecutiva a Iowa (lleva sin ganar allí desde 1999), Northwestern y Wisconsin (Minnesota no gana dos Paul Buchanan Axes, el premio que se da al ganador, desde 1993-1994) sería un absoluto milagro. Que en el hipótetico caso de que se diesen todos estos milagros, Minnesota ganase a Ohio State (3 victorias desde 1950), sería ya la madre de todos los upsets, pero la realidad es que por primera vez desde los 90, hay esperanza en el estado del Medio Oeste.

Minnesota viene de una de las mayores crisis del programa, con acusaciones de violación a 10 jugadores de la plantilla en 2016. Ese escándalo acabó con la era de Tracy Claeys a pesar de que la temporada había acabado con un récord de 9-4. Debido a la gravedad del asunto, el programa sufrió un reseteo completo, primero con la llegada de PJ Fleck como entrenador y luego con una camada de jugadores que eran rookies o que llegarían previo a la temporada de 2017. Un entrenador de una universidad menor, la vitola de perdedores históricos y la sensación de que no había opción de crecimiento. Los Golden Gophers estaban abocados a seguir en los abismos de la división “mala” de la Big 10, pero las cosas han cambiado mucho en los últimos años.

Hace tres años, Minnesota llevaba más de 13 años sin ganar a Wisconsin y desde 2003 sin acabar rankeados. Tras un mal primer año, PJ Fleck el año pasado logró dos objetivos sorprendentes. Primero, metió al equipo en una Bowl (que posteriormente se ganaría) pero sobre todo hizo que Wisconsin sucumbiese frente a los Gophers. Esto puede parecer poca cosa, pero para Minnesota es una forma de responder a los mensajes de equipo pequeño y de ser el “”hijo” de los Wisconsin Badgers. Ahora, hay una opción de acabar la temporada rankeado en el Top 25 por segunda vez en este siglo.

Nueva cultura, nuevos jugadores y siempre el underdog

Carter Coughlin celebra otro sack (uno más).

Y en tres años los Golden Gophers han sufrido muchísimos cambios a todos los niveles. Ni siquiera el equipo del año pasado con el de este es igual debido a lesiones, decisiones técnicas y sobre todo la falta de Blake Cashman. Cashman es posiblemente el mejor jugador que ha salido de la universidad desde Eric Decker. El LB era el principal puntal de una defensa que estaba cerca del desastre. Tan cerca del desastre que el año pasado y de forma sucesiva en los seis primeros partidos de la Big Ten, el equipo encajo más de 30 puntos. Debido a estos resultados pauperrimos, Robb Smith fue despedido y Joe Rossi tomo los mandos de una defensa que desde ese día solo ha recibido tantos puntos en tres ocasiones.

Ahora, con Carter Coughlin haciendo de líder en el front seven, el equipo ha encontrado a otra referencia. Antoine Winfield JR ha despertado como uno de los mejores jugadores de toda la NCAA, llevando 7 intercepciones, dos de ellas decisivas frente a la propia Penn State. Bajo como su padre y catalogado como poco explosivo, lo suple todo con una colocación digna de un veterano y una capacidad para bajar el balón extraordinaria. Además tiene algo que se tiene o no se tiene. Capacidad de aparecer en los momentos decisivos de una temporada donde lo más importante ocurre al otro lado del balón.

Porque el ataque tiene posiblemente a la estrella del equipo y a uno de los mejores WR del próximo draft. Tyler Johnson sencillamente es una estrella por derecho propio. Da igual que reciba pases de Zack Annexstad, Tanner Morgan o una barra de carbono, si va a menos de 3 yardas será capaz de bajarlo. Junto a él, hay un velocista como Rashod Bateman, el cual sencillamente rompe a cualquier CB que le marque en personal. Y para completar está Chris Autman-Bell, el cual es el típico receptor que no brilla tanto solo porque los dos que están por delante son verdaderas estrellas.

Pero ni siquiera el QB es el esperado en esta temporada. El año pasado, Zack Annexstad le comió la tostada a Tanner Morgan gracias a su capacidad de crear donde no había nada. Pero una desafortunada lesión en el pie le ha sentado para toda la temporada, dando la alternativa al otro Sophomore (segundo año). Y a pesar de unos inicios complicados, Morgan ha sido capaz de crecer, aprovechando que todas las armas que le rodean son infinitamente superiores de lo que la gente cree. ¿Y por qué la gente infravalora a Minnesota en ataque? Porque al ser una universidad menor, nadie cree que pueda estar tan bien entrenada.

El cuerpo en el backfield también es extraordinario, con un monstruo de tres cabezas. El líder es Rodney Smith mientras que Mohamed Ibrahim y Shannon Brooks sirven como apoyos. Cabe destacar que Ibrahim es otra muestra de la cultura “Row the Boat” de Fleck. El año pasado Rodney cayó lesionado y tuvo que ser Ibrahim quién llevase el peso de un ataque. El jugador no solo lo hizo si no que se ha ganado tener muchos más acarreos este año. Y si todo falla, si nada funciona y se está a tres yardas de la endzone, entra Seth Green. Green, usando como Wildcat QB puede tanto correr como pasar y como demostró frente a Penn State, siempre consigue su objetivo.

Tocará creer

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Literalmente: Just a Small Town Team

Como aficionado de los Vikings y de los Golden Gophers, mantengo en mi vida el lema de que no hay que creer. Mantener la cabeza fría, recordar de donde venimos y que lo normal es que este sábado Iowa nos rompa todas las esperanzas. Pero Minnesota no va a tener nunca una oportunidad como esta. El partido frente a Penn State fue un grito que no debe ser olvidado. Un grito de liberación, de sentir que al fin sí, de que no eramos el equipo invicto de broma del que se hablaba. Que a pesar de haber sufrido a principios de año, nadie iba a desmerecer a Minnesota, y sobre todo, que pertenecemos a ese Top 25. Y eso es lo que ha cambiado, ahora Minnesota sí está dentro de las quinielas del Playoff, ahora Minnesota sí que ha dejado de ser el chiste recurrente con el que Wisconsin preparaba su llegada a la final de la Big 10.

Los Golden Gophers tampoco tienen una gran afición fuera de la propia Minnesota por las razones anteriormente mencionadas. En una conferencia de 14 equipos, Minnesota no aparece ni entre los 5 mejores. Las dos Michigan, Ohio State, Penn State, Wisconsin e incluso Iowa pueden mirar por encima del hombro a un equipo y un estado anclado en la historia previa a la Segunda Guerra Mundial. Minnesota ya no es lo que era, y es evidente que nunca volverá al lugar de prominencia que tuvo. Pero precisamente por eso, la cultura de PJ Fleck es tan importante. No somos menos que nadie, no vamos a agachar la cabeza frente a ningún equipo y sobre todo, nos ganaremos el respeto en el campo.

Nadie teme a las marmotas pero ahora tampoco hay mucho interés en enfrentarse a ellas. Minnesota ahora mismo parte como underdog en dos de los tres partidos que restan a pesar de ser un top 10 de la NCAA. Esa carga de ser siempre el underdog, de no sentir el apoyo fuera de tu casa también es importante. Más allá de la presión, Minnesota sale todos los fines de semana al campo con la cabeza llena de los mensajes de la prensa, de los mensajes de la afición rival. Y jugar sabiendo que nadie cree en ti tiene un efecto purificador, cada jugada positiva es un golpe a las creencias del resto. Cada victoria es volver a aparecer como el upset, como la sorpresa del año.

El último disparo de los románticos

La comunión entre equipo y afición es total, como mostró la invasión posterior al Penn State-Minnesota.

Y a pesar de que normalmente se trata de ser objetivo hay que reconocer la realidad. ¿Habría algo más bonito que un equipo desconocido entrando en los Playoff? Muchos aficionados de Alabama o Georgia opinarán distinto pero al final los Playoff de la CFB son un coto cerrado. Clemson, Alabama, Ohio State, quizás Notre Dame, Oklahoma, Texas, Oregon o algún otro equipo de la SEC. Minnesota sería la primera vez que una historia de un underdog de verdad llega a esas cotas tan altas, y sí, estoy apelando a lo sentimental, no a lo deportivo.

Porque en lo deportivo, Penn State debería haber acabado con los Minnesota Golden Gophers de un manotazo como decían las apuestas. Iowa acabará con esta historia de ensueño si todo va acorde a lo que la lógica nos indica. Pero si algo tiene de maravilloso el deporte es que a veces (pocas) la lógica no tiene cabida. Y una semana más de sueño, es una semana más donde un estado golpeado por la crisis, el paro y la tristeza se pintará de maroon (una especie de rojo o marrón) y gold. Aunque a veces se nos olvide, esta es la grandeza del deporte, hacernos olvidar de nuestros problemas por unas pocas horas a la semana.

Todos los lectores menores de 57 años no habían nacido la última vez que Minnesota estuvo en el top 5 dentro del ranking de universidades. Todos los lectores que tengan menos de 100 años no habrán tenido la oportunidad de ver a Minnesota invicta a estas alturas de esta temporada. No soy vidente y no pretendo serlo pero pase lo que pase esta semana estamos viviendo historia y solo puedo querer que el sueño no termine en Iowa. Esta y no otra sería la historia definitiva del deporte americano si ocurriese y todos sabemos que no ocurrirá pero… ¿Por qué vamos a dejar de soñar ahora que tenemos una oportunidad? Boston College con Doug Flutie también ganó a los Florida Gators ultra favoritos. Y siempre es divertido estar en el lado de los buenos, aunque parezca que todo puede acabar en menos de 72 horas.

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