Después de cinco semanas de competencia, se aprecia una nueva camada de quarterbacks que evoluciona de manera tal, que sus equipos se sitúan como protagonistas en buena medida por sus desempeños. A esta altura, sería una obviedad referirse a Patrick Mahomes, estrella absoluta en su cuarto año como titular pese a sufrir algunos problemas actualmente, y quizás también a Josh Allen, cuyo progreso es claro y sostenido. En este caso, es útil referirse a jugadores que comienzan a hacer su camino en la liga y que, por distintas causas, eran cuestionados hace algún tiempo.

El caso de Justin Herbert es admirable. Nunca se dudó mucho de sus cualidades, más allá que en un principio cometía errores propios de un debutante y de la incapacidad de resolver algunas situaciones correlativas también con los problemas de su equipo. Ahora, el hecho es que los L.A. Chargers han ganado cuatro de cinco partidos en buena parte por las actuaciones de Justin, que en su segundo año en la liga, muestra la madurez propia de alguien con más trayectoria. Su mejoría era notoria hacia el final de su campaña rookie, pero ahora su crecimiento se nota desde su presencia en el pocket. Suele estar bien plantado y sus movimientos de pies son lo suficientemente sutiles como para no perder la calma, aún con presión encima. Incluso, sabe como desplazarse sin perder la vista en sus receptores, tal como ocurrió en el último partido contra los Cleveland Browns.

Al mismo tiempo en que salía del pocket, seguía buscando opciones y fue así como tiró dos bombazos que resultaron en touchdowns (los dos fueron a Mike Williams: 72 yardas en el segundo cuarto, 42 en el último). Manejo de situaciones, lectura de defensivas rivales y colocación del balón, con la fuerza y rapidez precisa como para que sus receptores tan solo tuvieran que atrapar el balón y anotar. Otra situación en la que Herbert deslumbra es jugando terceros y cuartos downs. El domingo pasado, ubicó tres veces a Keenan Allen. En dos de esas tres, eran cuartas oportunidades. Fueron jugadas de rápido desarrollo, donde Justin no dudó en buscar a su mejor receptor. Eso también explica mucho de la evolución del # 10 de los Chargers. Cuando la situación apremia, busca al mejor receptor. Mucha atención a sus últimas tres actuaciones, contra los Chiefs (de visita), los Raiders (invictos en ese momento) y los Browns. 11 touchdowns y cero intercepciones, y en dos de esos tres juegos superó los 120.0 de rating. No son pocos quienes sugieren a Herbert como posible MVP de este año en la liga.

Solo queda un invicto en el torneo, Arizona Cardinals (5-0). Se explica de muchas maneras, entre ellas, por la madurez que comienza a exhibir Kyler Murray. En su tercer año en la liga, parece estar corrigiendo sus vicios que le hacían incurrir en errores. Por naturaleza, Murray suele correr apenas ve que hay un poco de presión o espacio enfrente suyo para sumar yardas por cuenta propia. Esos espontáneos movimientos le costaban varias intercepciones en el pasado, tendencias que comienzan a cambiar esta temporada. En estas cinco primeras semanas, se nota un Murray algo más paciente cuando el pocket está por colapsar. Se mueve pero con más criterio para tomar una decisión, incluso hasta se toma tiempo para ver opciones cuando nota que su opción principal está cubierta.

Si bien cuenta con Deandre Hopkins como receptor destacado, Kyler no está dudando para buscar otros jugadores. De hecho, el jugador con el que más pases ha completado es Chase Edmonds (23 pases sobre 26 targets, 159 yardas). Al ser corredor, muchas veces sale en rutas de escape o en pases de pantalla. Jugadas de corto trayecto, pero en las que Murray recurre cuando necesita resolver bajo presión. No está todo el partido buscando hacer la jugada grande y aún con sus particulares tendencias, juega de forma inteligente. Está colocando pases con más toque y la rapidez que toman sus envíos largos es impresionante. No es casual que hoy en día tenga el mejor porcentaje de pases completos en toda la liga (75.2%), el cual supera ampliamente los registros de sus dos años previos (64.4% en 2019, 67.2% en 2020). Los Cardinals están en vías de convertirse en un equipo contendiente y el equipo agradece el crecimiento de su joven mariscal, quien está puliendo sus destrezas atléticas al servicio de su posición.

En cierto sentido, la evolución de Lamar Jackson podría asemejarse a Murray. Básicamente, porque el jugador de los Baltimore Ravens siempre ha sido un gran atleta jugando de QB. Precisamente, esa transición es la que vive el otrora MVP de la liga en 2019. En parte por diseño y en parte también por sus aptitudes, Jackson se ve mucho menos ansioso que antes. Sobre todo, cuando tiene que leer defensivas y buscar la mejor opción disponible. Sus arranques precipitados son menos y adquiere cualidades propias de un mariscal clásico. Ese cambio ha sido notorio desde el comienzo de la actual temporada y tuvo su punto máximo el lunes pasado, donde Lamar tuvo su mejor actuación pasadora en sus casi cuatro años en la liga (37/43 pases completos, 442 yardas, 4 TD).

Juega con más paciencia dentro del pocket y hasta observa una tercera opción de pase, si es que los rivales están cubriendo las demás rutas. Está forzando menos las situaciones y al pasar el balón, está jugando con más toque y puntería. El toque se notó en varios pases de trayecto corto/medio a Mark Andrews, quien resultó ser su vía de escape en el triunfo ante los Indianapolis Colts. Y en cuanto a jugadas explosivas, siempre recurre a Marquise Brown. Los pases largos que está tirando Jackson tienen la fuerza y velocidad precisa, además de una espiral que mejora respecto a los pases largos que antes tiraba. El lunes, Lamar encontró a Marquise en una jugada de 43 yardas. El mariscal debió desplazarse, pero apenas ubicó a Hollywood, lanzó el balón con la velocidad y puntería precisa, el receptor tan solo debió estirar los brazos y completar la jugada. Jackson sigue siendo un quarterback móvil, pero cuya transición es muy interesante. De continuar así, podría volverse en un jugador integral.

Es muy interesante ver el progreso de estos tres pasadores. Llevan poco tiempo en la liga, pero adquieren nuevas cualidades que les permiten elevar su rendimiento y de paso, contribuyen a que sus equipos aspiren a ser contendientes. Herbert, Murray y Jackson, los tres en vías de ser jugadores de elite.

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