En un principio iba a colocar en el título de este artículo “Atlanta Falcons consigue…”, pero luego pensé en ensalzar la figura de Matt Ryan, así que lo cambié. Según me puse a escribir apareció el nombre de Kyle Shanahan, así que decidí cambiarlo por segunda vez. Y de acuerdo iba avanzando, fue impepinable hablar de la figura de Dan Quinn, así que al final quedó como está ahora, pero me surgió una pregunta que me obligo a redactar de nuevo parte de la nota. ¿Cuál es la figura más importante de los actuales Falcons?

La pregunta puede parecer muy simple, pero tiene su aquel. La posición de quarterback es sin duda la más importante dentro de un equipo, por lo que la respuesta sería evidente, Matt Ryan. Cualquiera dice lo contrario, más aún si nos remitimos a los números que ha conseguido este año. Ryan ha completado una de las mejores temporadas para un quarterback de la historia, la cual ha venido acompañada con un nivel estratosférico por su parte, sin duda, el más alto de su carrera. Asunto resuelto.

Ni mucho menos. Ryan llevaba hasta este 2016 ocho años en la liga, y si bien se había mostrado como un buen mariscal franquicia, no había sido capaz de explotar todo su talento. Para que os hagáis una idea, esta campaña ha sido la primera en la que ha tenido un QB rating superior a 100. Sé que a muchos esta estadística les resulta insulsa, así que os dejo otras dos que demuestran el salto de calidad que ha pegado este año. Suma 9,3 yardas por pase intentado (segunda mejor marca en la historia reciente y solo superado por Warner y su archiconocido ataque en Rams), siendo que su mejor registro anterior era de 7,9 (de su primer año). Y su porcentaje de touchdowns por pase lanzado es de 7,1%, aumentando en casi dos puntos porcentuales la que era su mejor marca. Vamos, que en lenguaje coloquial, este año se ha salido del mapa.

Ryan y Shanahan, vía Sports World Report

¿Y porque este inmenso y repentino crecimiento en su juego? Aquí es donde aparece el segundo nombre. Hay un culpable de todo ello y ese no es otro que Kyle Shanahan. Este loco del football ha creado un monstruo ofensivo. Una fiera que destroza sin compasión cada defensa que osa ponerse delante. Un bulldozer que arrasa por cada uno de los caminos que atraviesa. Pocas veces hasta ahora se había visto un ataque tan completo como el que Shanahan ha diseñado para los Falcons.

Lo mejor de su estilo, es que no tiene estilo, o más bien, que los tiene todos. Carreras por dentro, por fuera, pases cortos, big plays, hacen de todo y todo perfecto. Ha sacado el mejor rendimiento de cada una de las piezas con las que ha contado. No solo Ryan ha sido el beneficiado, sino que ha conseguido tener dos corredores que parecen titulares y de los buenos, que además cuentan con un fullback excelente; ha rodeado a Julio Jones de un grupo de receptores en el que aparecen nuevas piezas hasta debajo de las piedras; ha transformada la línea ofensiva hasta convertirla en un muro; tiene una unidad de tight ends que es infinita (parece que tiene una fotocopiadora de alas cerradas en su oficina). Vaya, que ha creado un ataque indestructible, con millones de recursos y con la capacidad de ajustarse a cualquier tipo de rival.

Shanahan es “carne de laboratorio”, un prodigio fantaseando con jugadas, formaciones y variantes, pero que necesita, hasta que se demuestre lo contrario (49ers), un director de orquesta. Aquí aparece el tercer nombre. El jefe de todo, el que dirige este cotarro, es Dann Quin. Los Falcons han sido durante muchísimo tiempo una franquicia cuya mayor deficiencia no era la falta de un mariscal élite, o una estrella defensiva, sino la ausencia de un gen ganador. Esto es lo que ha sabido inculcar Quinn, quien aterrizó hace menos de dos años en Georgia procedente de otra franquicia que le había dado vuelta a una situación similar, los Seahawks.

Dan Quinn “sufriendo” el tradicional gatorade dunk, vía falcons.com

Discípulo aventajado de Pete Carroll, ha demostrado que él era el bueno y no Gus Bradley. Más allá de lo que pudo aprender de la defensa de Carroll, lo cual estamos viendo que no fue poco, se llevó de él su carácter, su competitividad y su ansia por la victoria. Lo mejor es que todo ello se lo ha sabido inculcar a  todos los que le rodean en Atlanta, tanto jugadores como staff, lo cual queda reflejado dentro del emparrillado.

La conclusión de esto que os he soltado, es que me resulta imposible situar a ninguna de estas tres figuras por encima de las otras dos, aunque creo que justamente esto, ha sido el  secreto del éxito que han logrado hasta ahora. Los tres juntos lideran de manera muy fina un grupo muy joven pero con una ilusión enorme. Se complementan a la perfección y se magnifican entre ellos.

Al final lo que iba a ser una crónica se ha convertido en una columna muy personal sobre lo que pienso de estos Atlanta Falcons. Pero es que del partido había muy poco que contar, no tuvo ninguna historia. Fue una victoria incontestable de principio a fin, en la que un dios como Aaron Rodgers luchó prácticamente sólo contra un batallón completo.

Cierto es que durante los dos primeros cuartos se dieron ciertos detalles que allanó el camino de Atlanta, pero tengo la sensación de que aunque Green Bay hubiera tenido más de cara la diosa fortuna, no habría ganado, ni con una nueva actuación milagrosa de Rodgers. Los Falcons demostraron que este año han sido mucho mejor conjunto que ellos, y de largo.

El dueño del equipo, Arthur Blank, estaba exultante tras el partido. La ocasión no es para menos, ya que desde que está al mando, es la primera Superbowl que van a disputar, segunda en la historia de la franquicia. Además, este domingo se jugó el que será el último partido en el Georgia Dome, ya que el nuevo estadio estará listo para el comienzo de la temporada 2017, por lo que no pudo tener mejor despedida. Ahora solo nos queda ver si el equipo tendrá el mismo final feliz y se alza con el primer Trofeo Lombardi de su historia.

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

About Author

Comments

comments