Lo primero que quiero dejar claro es que las siguientes líneas nada que tienen que ver con un llanto a la llegada de Brown a los todopoderosos Patriots y que jamás he odiado al conjunto bostoniano. Al contrario, siempre he admirado y apreciado como se hacen las cosas desde la franquicia más laureada del deporte norteamericano en lo que va de siglo. Una vez dicho esto, vayamos al lío.

Antonio Brown es un profesional deleznable. Aquí no hay vuelta de hoja. Si algunos teníamos dudas cuando salió de Pittsburgh él mismo se ha encargado de confirmar tal afirmación. El circo que a dirigido durante las últimas semanas desde Oakland no tiene precedentes. Si ya nos había tenido entretenidos durante la pretemporada con el problema de los pies y la pelea contra la liga por negarse a cambiar su viejo casco por uno certificado, lo que sucedió la semana pasada bien podía pertenecer a realities shows como Gran Hermano, Jersey Shore o La Granja.

El receptor estrella no tiene escusas. Me parece perfecto que luche por sus intereses y que quiera hacer servir sus derechos como jugador de fútbol americano, pero con el desenlace final ha perdido cualquier atisbo de credibilidad, si es que en algún momento la tuvo. Además, aunque en estricto rigor en todo momento se ha movido dentro de la legalidad la liga debería tomar este caso como referencia y evitar situaciones similares en un futuro.

Me vais a permitir pensar que Brown jamás quiso jugar en los Raiders. Fueron los Steelers los que le impusieron ese destino, incluso renunciando a botines mayores que los que el conjunto californiano entregó a cambio (ya es sabido que los mismos Patriots llegaron a ofrecer hasta un pick de primera ronda). De partida, mala forma de empezar una relación cuando una de las partes es a lo menos “especialita”. Más incluso si las dos son “especialitas” como es el caso. Oakland no tardó en ofrecerle pasta con el objetivo de comprar su beneplácito y aunque en su momento todos parecieron contentos no era más que ciencia ficción.

Pasaron los meses y todo parecía estar en calma hasta que llegó la hora de ponerse el mono de trabajo. Como he comentado más arriba todo empezó con la extraña lesión en la planta de los pies de Antoñito, provocada por el congelamiento que sufrió en los mismos al entrar en una cámara de crioterapia sin el calzado recomendado. Llamadme mal pensado, pero como todo en este asunto me huele a chamusquina he llegado a pensar que no fue un movimiento al azar. Brown está fatal de la azotea pero de tonto no tiene un pelo.

¿Y qué consiguió con esto? Pues perderse buena parte de los primeros entrenos con su nuevo equipo. Esta ausencia se intensificó con toda la movida del casco, la cual no fue más que otra artimaña para aparecer por las instalaciones cuando le venía en gana y de paso buscar su propio beneficio a través de una campaña de marketing y conseguir un contrato lucrativo con alguna de las marcas que comercializan equipamiento para la NFL.

A cualquier otro jugador las sanciones desde el núcleo de la franquicia no se habrían hecho esperar pero dado que se trataba de Brown, el mejor jugador de la plantilla y un carácter extravagante, no solo le dejaron pasar inicialmente cada cuento sin multa de por medio sino que además el apoyo desde dentro era palpable a través de su entrenador, otro que tal baila. Pero el que se fue calentando poco a poco fue Mike Mayock, General Manager, quien a través de unas declaraciones a mediados de agosto avisó que necesitaba a Brown involucrado al 100% con la franquicia: “it´s time for him to be all in or all out”.

Antonio ya les tenía donde quería, había llegado el momento de apretar y aprovechar cualquier movimiento en falso por parte de la franquicia para efectivamente ir con todo…pero a por ellos. El movimiento en falso no fue ni más ni menos la sanción por ausentarse de los entrenos que debía haber llegado tiempo atrás. Me van a perdonar, pero esta sanción era completamente necesaria y justa. Por mucho más que seas el pilar más importante dentro de una organización (hecho que en este caso estaba por comprobar) no significa que te puedas pasar por la piedra cualquier normativa interna. Si una jefatura no toma medidas en casos así pierde todo tipo de poder.

Listo. Aquí dio comienzo uno de los mayores paripés extradeportivos que estos ojos hayan visto. Usando las redes sociales como instrumento de ataque, incluso hay reportes que dicen que consultó a expertos para encontrar la forma de encender los ánimos de la franquicia al máximo, Brown fue con todo hasta lograr su objetivo final: ser cortado.

Por medio, una acalorada discusión en la que Burfict (Burfict!!!) tuvo que ser quien controlara al receptor para que la cosa no pasara a mayores y una de las ruedas de prensa más falsas que se recuerda, en la que Brown pedía disculpas a toda la organización. Rueda de prensa que tuvo lugar horas antes de que posteara su deseo de ser despedido por la franquicia. Ole tus huevos morenos, Antonio. Perdón, pero es que tanta hipocresía hace que se me caliente la sangre.

Puede ser que los Raiders no hayan sabido encarar la situación de la mejor forma posible, aireando ellos mismos algunos de los acontecimientos y sin intentar que todo quedara de puertas para adentro. Pero en su favor he de decir que se trataba de un escenario totalmente anómalo, al que además le acompañaban las cámaras de HBO como pretexto de la grabación de la serie documental Hard Knocks (hecho que Brown supo usar muy bien).

Finalmente llegó lo irremediable. Mayock, con el consentimiento de Gruden, cortó a la estrella. VICTORIA!!! Brown al fin era libre…libre de firmar con quien quisiera. Y aquí es donde aparece la franquicia de Foxboro. No estoy tan loco como para pensar que todo este espectáculo fue planeado por Belichick. Hay que ser un tanto paranoico como para imaginarse algo así. Pero tampoco soy tan incrédulo como para no pensar que los Pats han contactado a Brown en algún momento del proceso.

Brown quería New England y New England quería a Brown, hecho que no hubiera tenido nada de malo sino significa llevarte por delante todo lo que te encuentras a tu paso. Directa o indirectamente el jugador sabía que tendría una oferta desde Boston en cuanto dejara de pertenecer al conjunto de La Bahía e incluso sabía las condiciones económicas de dicha oferta.

A los que alegan que jamás un jugador pasaría por todo este bochorno si por el medio tuviera que perder $30 millones de dólares les informo que Antonio no ha perdido ni un centavo, simplemente todo ese dinero se lo va a pagar otro equipo, en este caso los Patriots, quienes ya se habían asegurado durante los últimos días en abrir los máximo posible su espacio salarial (poco antes del despido de Antonio habían cortado a un center firmado la semana pasada, movimiento que les ayudó a aumentar en casi dos millones sus salary cap).

Ni hay pruebas de la comunicación entre el jugador y la franquicia ni nunca las habrá, pero el tufillo a plan diseñado que se desprende en todo este asunto lo huelen hasta los propios Pats Fans. Por favor os pido que no tengáis el valor de negarlo. Los tiempos en cada uno de los pasos de Brown y la rapidez con la que se anunció la llegada del receptor a New England intensifican la idea de que existía un acuerdo previo y que la franquicia de Massachussets incitó al jugador durante los últimos días a provocar todo este caos. Por supuesto que una vez despedido de Raiders era libre de firmar por cualquiera, pero él ya había decidido destino y el destino le había decidido a él. La mayor venganza que podía aplicarles a sus odiados Steelers y asegurarse luchar por el anillo al mismo tiempo. Dos por uno. Doble win.

En ningún otro caso la llegada de Brown a los Patriots hubiera provocado tanto estruendo, pero la suciedad en los hechos y las formas han incitado todo tipo de reacciones, algunas de ellas irracionales. Yo mismo hubiera entendido un eventual traspaso o no hubiera puesto en entredicho el fichaje si las maneras hubieran sido otras. Pero como he dicho antes, no todo vale. Al final del día Brown ha conseguido lo que quería faltando el respeto a 52 compañeros de profesión, burlándose de toda una organización, jugando con la ilusión de una afición y lo más deplorable de todo, pasando por encima, insultando y amenazando a una persona la cual para más inri era su jefe. Yo jamás querría una persona así cerca de mí. Que le vaya bonito tanto a él como a su nuevo equipo!!

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

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