El juego de carrera está sobrevalorado. Una frase que llevamos leyendo y escuchando desde hace más tiempo de lo que a un servidor le gustaría. Una frase que no puede estar más equivocada en todo lo que conlleva. Primero, porque a día de hoy no hay absolutamente nadie que considere que el ataque terrestre sea el principal dogma en el que deba basarse una ofensiva. Y segundo y más importante, esta aseveración indica que la opción de atacar al rival vía terrestre en realidad está infravalorada para una gran cantidad de personas.

Todo aficionado o personaje relacionado con la NFL actual tiene clarísimo que el juego aéreo debe ser el principal responsable sobre el que descanse el playcall de cualquier equipo de football profesional. Es claro que, de acuerdo a la tendencia actual del juego, el pase es más eficiente y por ende debe ser la herramienta más empleada a lo largo de cada encuentro. Pero no por ello se le debe hacer ascos y dar completamente la espalda a la amenaza por tierra, puesto que existen no pocas situaciones en las que resulta mucho más eficaz y confiable darle el ovoide al running back.

Los acérrimos a las tan famosas sabermetrics, que solo conciben el estudio y análisis de este magnífico deporte a través de las estadísticas, os dirán que los amantes de la carrera estamos desfasados, que no nos hemos actualizado y que seguimos viviendo en la época en la que las opciones de éxito pasaban por la fuerza en las trincheras. La realidad es que las trincheras siguen siendo en gran medida uno de los factores más importantes en el fútbol americano y están directamente relacionadas con la capacidad y potencial que posee una ofensiva a la hora de correr, hecho en el que quiero centrar estas líneas.

Hay dos aspectos muy obvios que hacen que la carrera sea fundamental en el engranaje no solo de un ataque sino en la visión y en el funcionamiento global de todo un equipo: el tiempo de posesión y los  turnovers. Uno de los datos que de mejor forma nos pueden revelar el resultado de una franquicia al final de cada temporada es el diferencial de turnovers. Es lógico pensar que un grupo ha tenido una temporada complicada cuando ha entregado la posesión en un número sustancialmente superior respecto a los balones recuperados. Esta suele ser una losa difícil de sostener y todo aquel que quiera sumar victorias debe centrarse en hacer que este diferencial sea un número positivo. Para ello, en lo que respecta al ataque no hay mejor forma que cuidar la posesión del ovoide que acarreando el mismo.

Le’Veon Bell durante el training camp de los Jets

Es verdad que también existe el fumble y que hay RBs propensos al mismo, pero sin lugar a dudas el riesgo en bastante inferior a que un quarterback se lleve una intercepción, esto sin contar que inclusive es mucho más habitual ver como un mariscal comete un fumble tras ser capturado. El peligro de que un lanzamiento acabe en manos del contrario es muy elevado y no hace falta explicar que en cuanto el ovoide sale del poder del QB y por ende, no está en su posesión, el riesgo de que este sea interceptado por la defensa es muy grande. Mucho mayor que el de perderlo a través de una jugada de carrera.

El aspecto del tiempo de posesión está intrínsecamente ligado con el tema de los turnovers. Cuantos más minutos pase un conjunto con el ovoide en su poder menos opciones tendrá el contrincante de hacerle daño. Es de cajón. El football es un deporte de equilibrios y además de reducir las oportunidades de anotación del rival, el amasar cada drive supone que la defensa contraria baje su rendimiento según se acerca el final debido a un tema físico, que la propia defensa esté más descansada cuando tenga que saltar al emparrillado, que el reloj corra a favor cuando se esté por delante en el marcador y por ende y no menos importante supone llevar la iniciativa y marcar el ritmo del partido.

Pero estas no son las únicas ventajas que podemos encontrar en atacar vía terrestre. Si bien he comentado al principio que efectivamente el pase es el arma más eficiente en gran parte de las ocasiones, encontramos otras tantas en las que la carrera gana la partida. Bajo determinados contextos de cada encuentro acarrear es sinónimo de mayor éxito respecto a lo que puede ofrecer lanzar el balón.

Uno de ellos es el juego dentro de la redzone o muy cerca de la línea de anotación. Cuando el campo se acorta y los espacios disminuyen la maraña de jugadores que pueden completar una intercepción es mayor y por tanto mucho más peligrosa de lo que acostumbra, es por esto que elegir la carrera en la zona roja suele concluir una mayor eficacia por parte de la ofensiva.

Otras situaciones son aquellas en las que por “lógica” la defensiva espera que se cante una jugada de pase desde la banda. Esto conlleva que la formación que va a enfrentarse al ataque esté más orientada a preocuparse por caer en cobertura y cubrir a los receptores y zonas del posible lanzamiento, en detrimento de frenar a la línea ofensiva y a la investida del running back. Cuartos downs, terceros y largos, situaciones en los que la ofensiva presenta una formación abierta son algunos de los casos en los que la carrera puede suponer una mejor alternativa.

A colación de esto huelga decir que el ataque aéreo siempre, pero siempre, se verá beneficiado de contar con el apoyo de un buen y eficaz juego de carrera. Esto es impepinable. Como decía antes el fútbol americano es un juego de equilibrios y todas y cada una de las situaciones del juego están relacionadas entre sí.

Melvin Gordon durante un partido

Todos estos argumentos a mi parecer son suficientes como para tener muy en cuenta a los running backs y no desmerecer su trabajo. El juego de carrera es valioso y necesario al mismo tiempo y no debería ser dejado de lado por ninguna franquicia. Por todo ello, cuanto mejor y más fuerte sea este aspecto dentro de un equipo mayores serán sus opciones de victoria.

¿Y cuáles son las causas o factores necesarios para alcanzar un juego terrestre sostenido? Por un lado, la línea ofensiva. Esta unidad es vital para la supervivencia de cualquier ofensiva, tanto en términos de pase como de acarreos y como hemos podido comprobar en multitud de ocasiones un ataque crece en virtud de lo que crezca el dominio de su OL.

El otro gran elemento y a la vez esencial es por supuesto el running back. No fiaros de todos aquellos que os digan que son remplazables porque es otra de las granes mentiras de la actualidad. Yo compro y comparto la idea de que es una figura mucho más intercambiable que la del quarterback, receptor principal y tackles, pero tratar de vendernos la moto de que da lo mismo el nombre del jugador que se sitúe detrás del mariscal me parece una broma de mal gusto.

Al igual que ocurre con otras posiciones, tener en tu roster un RB estrella no está pagado. Es cierto que cualquier corredor puede hacer uno o varios encuentros sobresalientes pero la constancia en términos de garantía solo pertenece a un selecto grupo. Nadie me va a convencer que el jugador que tome el backfield vaquero si Zeke no deja de lado su hold out tendrá el mismo valor que el “21”. Nadie me va a convencer que la ofensiva de Steelers es idéntica con Conner tras la fuga de Bell. Nadie me va a convencer que C.J.Anderson hacía la misma labor que Gurley y que la “baja” de este en la última Super Bowl no fue determinante. Todos estos jugadores son diferenciales e irremplazables por lo que se merecen un mayor respeto del que están recibiendo por parte incluso de sus propios equipos.

Está claro que si queréis y os empeñáis vais a poder encontrar respuestas y pruebas que contradigan todo lo que he expuesto en esta pieza. Esta es una de las características más bonitas de esta competición: no existe ningún axioma y siempre se puede contra argumentar una idea, una opinión e incluso, en ocasiones, un hecho. Pero lo que no vais a poder demostrar jamás es que el juego de carrera es un instrumento desautorizado para ganar y dominar la NFL. Esto os lo puedo asegurar. Y sino, id y revisar la temporada 2018 de New England Patriots. Sí, esa fraquicia que siempre va a contracorriente y que el año pasado se alzó con el Lombardi (una vez más) imponiendo su ley a través de un excelso ataque terrestre.

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

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