The Nigerian Nightmare, Christian Okoye, es también la historia de cómo el fútbol americano entró en Nigeria y transformó la liga.

Hay jugadores conocidos por moverse extremadamente bien, otros por recibir todo lo que pasa a su alrededor y otros por ser extremadamente inteligentes. Christian Okoye no sabía prácticamente lo que era el fútbol americano, no sabía cortar y no tenía idea de x and o. Pero lo que sí sabía era correr, y era el mejor haciéndolo. Una pesadilla nigeriana, un jugador sencillamente imposible de parar y que en seis años en Kansas se ganó el cariño de toda una franquicia y sirvió como inspiración para muchos jóvenes de África.

Un atleta que hace el cambio tarde.

Christian Okoye escapa de un placaje de un jugador de los Miami Dolphins

Okoye ha sufrido mucho más que la mayoría de los jugadores de Estados Unidos, incluso de aquellos que vienen de barrios marginales. El motivo es que Christian era un crio durante la guerra civil en Nigeria, vivió y convivió con una era de pobreza y tiempos duros en el país africano. La guerra, que nosotros conocemos como la Guerra de Biafra, provocó más de 2 millones de civiles muertos por hambruna, casi 4,5 millones de personas teniendo que cambiarse de lugar y unos 100.000 soldados muertos. La guerra además, no fue solo civil, si no que paises como Francia financiaron las armas que recibiría Biafra y Reino Unido las que tenía Nigeria.

Con solo 7 años, Okoye, como muchos otros nigerianos sufrieron las consecuencias de la guerra, del hambre y de la necesidad. Pero igual que ocurrió con el país, el pequeño Okoye y su familia consiguieron salir adelante. En el caso de Christian a través del deporte, algo que no convencía a su padre, quién quería solo que estuviese educado como él no había podido. El entrenador de la selección de Nigeria de atletismo se fijó en Okoye por sus naturales condiciones físicas (es sencillamente enorme).

Okoye se hizo amigo íntimo del sprinter olímpico, Innocent Egbunike, el cual se iba a marchar a Estados Unidos a entrenar para los Juegos Olímpicos de 1984 en Los Ángeles. Christian le siguió y se marchó a la universidad de Azusa. Consiguió el récord de África del lanzamiento de disco con un lanzamiento de 64,87 metros, y fueron enviados esos informes al país nigeriano. Pero Nigeria no estaba interesada en gastar dinero en un lanzador porque no creían que fuese capaz de conseguir una medalla. Ironias del destino, con el boicot de la URSS, Okoye hubiese llegado a la final olímpica, y con su mejor lanzamiento habría estado compitiendo por un histórico diploma olímpico, cerca del quinto puesto que consiguió Art Burns.

Este error garrafal de Nigeria fue lo que permitió al mundo del fútbol americano disfrutar de Christian Okoye. Pero como casi todo el mundo sabe, es muy complicado empezar a jugar un deporte con 21 años. Y más ocurre en un deporte donde hay múltiples señales y cada jugada es compleja. Con ese historial, parecía poco probable que Okoye hiciese carrera pero simplemente no se le podía placar. Las defensas universitarias intentaban pararle y simplemente chocaban contra él como si hubiese un muro del cual no podían escapar. De rebote, llegó a la Senior Bowl con 25 años y anotó cuatro TDs, corriendo, a pesar de una lesión de tobillo, por encima de los mejores defensas que iban a entrar en el Draft. Todo eso le permitió que varios equipos se fijaran en él y estuviesen pensando en draftearle.

El complemento perfecto para Schottenheimer, la pesadilla nigeriana

Running back Christian Okoye of the Kansas City Chiefs in action against the Cincinnati Bengals during a game at Arrowhead Stadium in Kansas City, Missouri. The Bengals defeated the Chiefs 21-17.

¿Y quién quiere a un RB que no se puede parar? Un equipo que disfruta corriendo en todas y cada una de las jugadas. Pero es que, en el movimiento más Marty Schottenheimer de la historia, los Chiefs draftearon a dos RB en las dos primeras rondas… Antes de que llegase Schottenheimer. El elegante Paul Palmer y la bestia de Okoye, el cual simplemente atravesaba cuerpos como quién corría por el campo. Incluso en los entrenamientos era dominante debido a que siempre quería correr a tope. Sus propios compañeros comentaban que Christian no se sabía aquellas jugadas donde no participaba y que no podía jugar de fullback debido a que no sabía bloquear. Era posiblemente el peor Fullback del mundo y aún así los Chiefs podían usarlo junto a Palmer debido al pánico que provocaba en las defensas.

Okoye sería actualmente la pesadilla de cualquier experto en las analytics. En un mundo que actualmente gira en torno a pase, Christian no tenía manos para recibir ni era capaz de hacer algo distinto a correr. Lo único que podía hacer era correr y por el medio, porque ni siquiera sabía cortar o cuáles eran las líneas que se abrirían por parte de su línea. Esto sería un problema grave para todos los equipos e incluso en sus dos primeros años (el segundo con una lesión en el pulgar) se mostró como algo ineficiente. Es cierto que tenía buenas yardas por acarreo (más de 4) pero no le usaban de forma eficiente o adecuada. Hasta que llegó Marty Schottenheimer y trajo junto a él al MartyBall, Okoye iba a tener su sueño, correr y correr enfrentándose a todo el que se pusiese por delante.

Y en 1989 lo hizo a base de aplastar rivales. Marty cantaba una jugada y Christian se encargaba de abrir todas y cada una de las brechas de la línea defensiva, logrando 1.480 yardas, el mejor de toda la NFL. Ese año también consiguió 12 TD de carrera, simplemente a base de penetrar la línea. Se llevó el premio al jugador del año de la AFC a pesar de no entrar en Playoff y Kansas City empezó a creer en sus opciones de Playoff tras el inmenso manto de Christian. En 1990 no hizo pretemporada y eso provocó que los Chiefs firmase a Barry Word, lo cual permitió a Okoye recibir menos acarreos y que tuviese una temporada extraordinaria. Marty y Okoye habían llevado de vuelta a los Chiefs a la grandeza que ya habían olvidado en Kansas City.

En 1991 tuvo una nueva temporada de más de 1000 yardas y consiguió convertirse en el jugador con más yardas de carrera de la historia de la franquicia antes de retirarse. Incluso para su retirada tuvo grandeza. Tras 1992, el jugador decidió marcharse debido a que no quería más contacto y estaba sufriendo. Sufriendo a nivel personal, con su hijo falleciendo poco después de nacer. Christian se transformó en un mito de los Chiefs y posiblemente la mejor definición de la era Schottenheimer. El fútbol puede ser muy simple a veces, exageradamente simple, pero con una sonrisa y la alegría de un niño, es mucho más divertido de ver y de jugar.

Steven Atwater y Tecmo SuperBowl, solo dos momentos en una carrera histórica

The Nigerian Nightmare en uno de los mejores juegos de la historia de la NFL.

Aún así, su carrera es más recordada como una especie de icono pop de los videojuegos y por un placaje. Durante 5 temporadas en la NFL (Dos veces All Pro y dos veces Pro Bowler), Okoye se ganó la fama de ser sencillamente imposible de placar. Debido a ello, cuando Steven Atwater lo lanzó al suelo con un golpe perfecto en un Monday Night Football, todo el mundo se quedó con esa imagen en la cabeza de Okoye cayendo al suelo. Incluso esa imagen se ha llegado a rumorear como el motivo de que Christian se retirase cuando la realidad fue mucho más sencilla, estaba cansado. Pero aún así, ese placaje de Atwater no fue más que una jugada perfecta de uno de los mejores safetys de los años 90.

Igualmente, los más gamers se acordarán de Okoye por el Tecmo SuperBowl de 1991. Elegir a los Kansas City Chiefs en el juego era disfrutar del MartyBall en estado puro. Balón a Christian Okoye y a intentar placarle como si no hubiera mañana. En ese sentido es muy similar al motivo por el que Bo Jackson sigue siendo recordado por los más jóvenes. El nigeriano aún así no destacó solo por ese videojuego y sería injusto decir que ese fue el único motivo por el que todos nos acordamos de él. El jugador logró entrar en el año 2000 en el círculo de honor del equipo y consiguió ser el primer halo de esperanza para una franquicia que estaba en aquellos años hundida.

Christian no tuvo una carrera longeva o tiene opciones de entrar en el HOF, pero sí ha servido como una figura positiva. Primero, porque a pesar de su apodo, el jugador logró servir como inspiración como veremos posteriormente, y después por su forma de entender el fútbol americano. Okoye disfrutó todo lo que pudo de la NFL y una vez se terminó la alegría, prefirió marcharse antes de tener que vivir varios años de sufrimiento y de dolores. Sus rodillas ya fallaban, sus piernas se habían llevado, por desgracia, demasiados golpes. Pero Okoye continuó ayudando en actividades relacionadas con el ejército y sigue siendo muy querido en KC como se demostró con la presentación de varios partidos en 2014.

El Hakeem Olajuwon en la NFL

Dos pesadillas juntas, Christian Okoye junto a Kamaru “Nightmare” Usman

Al igual que hizo The Dream en NBA, Okoye ha abierto la puerta a una cantidad ingente de jugadores nigerianos o de padres nigerianos. 22 jugadores nacidos en Nigeria han estado en la NFL desde que llegó Christian, entre ellos Israel Idonije, Emmanuel Okbah o Nelson Agholor. Otros como Prince Amukamara, Emmanuel Acho, BJ Raji o Brian Orakpo también son de padres nigerianos y se muestran tremendamente orgullosos de Okoye. Y hay que entender que Okoye no era un gran hombre que fue a la NBA (como sí paso con Manute Bol por ejemplo), fue un chico tan pobre como el resto pero que pudo jugar en la NFL y demostró que los jugadores africanos valen para la liga.

En estos últimos años el flujo de jugadores nigerianos ha seguido creciendo y el nombre que se repite es el de Okoye. Su apellido es, valga la comparación, lo que puede significar el de Gasol para un joven español de los años 90-00. Él y Olajuwon, dos hijos de la guerra civil nigeriana serían iconos en sus respectivos deportes y darían alegría al país. Ambos se convirtieron también en símbolos de la resurrección de la juventud y de la conciliación. El propio Christian reconoció que a pesar de haber podido participar en unos Juegos Olímpicos cree que logró más con su paso por la NFL y es muy difícil contradecirle.

Christian Okoye desaparece para aquellos que no hayan visto la NFL de los 90 o no sean unos frikis (en el buen sentido de la palabra) de los videojuegos o sean nigerianos. Pero para aquellos que no tuvimos esa oportunidad, les pido que si pueden echen un vistazo a esos partidos. Es cierto que es otro fútbol y que no podemos compararlo con la actualidad, pero es un espectáculo precioso. Yo tuve la suerte de conocer esta historia por mi pasión por los equipos de Schottenheimer y por el increíble A Football Life que hay sobre su carrera pero este camino de Okoye al final pasará a ser un nota al pie de página, algo que por otro lado es razonable.

No va a entrar en los libros de récords y sus estadísticas no saltarán cuando la gente revise la historia y se centre en aquellos que marcaron una época. Pero posiblemente el nombre de Okoye seguirá sonando al hablar de los jugadores africanos y este artículo es una pequeña muestra de que existe fútbol más allá de Estados Unidos. Incluso su sobrenombre “Nigerian Nightmare” estará unido para siempre a la UFC gracias a Kamaru Usman, otro nigeriano que creció viendo a Okoye como un héroe. Es complicado, pero ojalá exista dentro de unos pocos años un Okoye hispano/latino que sirva como imagen para aquellos que sueñen con llegar.

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