Aunque fue con el paso del tiempo cuando comencé a interesarme por entender en profundidad lo que sucede a lo largo de un encuentro y tratar de descifrar esas maravillosas partidas de ajedrez que tiene lugar dentro de un emparrillado, hay una cosa que tuve clara prácticamente desde el primer día que empecé a seguir la NFL, hace ya casi 20 años. El football es un deporte de entrenadores.

Por supuesto que contar con grandes jugadores y estrellas ayuda, pero hay un hecho que respalda mi anterior afirmación con total rotundidad sin necesidad de llevar a cabo ningún tipo de análisis profundo. Durante cada partido son alrededor de ochenta jugadores los que pisan la cancha. Se dice pronto. Es imposible que por muy bueno que sea uno de todos ellos vaya a ser capaz de ganar por si solo. IMPOSIBLE!!!

Es innegable que la posición de quarterback es la más importante en el fútbol americano y que contar en tu defensa con un jugador diferencial hace que todo sea más fácil, pero con solo ellos no es suficientes. Si no, preguntadles a tipos como Aaron Rodgers, del que se dijo que iba a llenarse la mano de anillos y hace casi una década que no pisa la Super Bowl. O a Aaron Donald, el defensor más dominante que se ha visto en mucho tiempo y que ahora mismo forma parte de una defensa que es vapuleada domingo sí y domingo también. O a Hall of Famers como Jim Kelly o Dan Marino, dos de los mejores mariscales de todos los tiempos y que jamás podrán lucir el anillo de campeón en sus dedos.

Hace falta mucho más que un solo talentazo puro, son muchas las variables que influyen en la ecuación por ganar, pero sin duda hay una que destaca por encima del resto. La figura del head coach tiene una importancia de tal dimensión que para mi gusto eclipsa a cualquier jugador del que disponga, sin importar cual sea su nombre. Un gran entrenador hace equipos ganadores y un mal entrenador hunde franquicias construidas para triunfar. En esta frase es en la que voy a centrar los siguientes párrafos dando ejemplos clarísimos que están sucediendo en la actualidad en ambos sentidos.

DALLAS COWBOYS

Probablemente el caso más claro de todos. Ni recuerdo la de años que se lleva hablando de que Jason Garrett es un mal entrenador y que simplemente está donde está porque es la marioneta de Jerry Jones. No se si llega a tanto, pero lo que sí está claro es que el hecho de que su forma de ser sea totalmente pasiva, como ya pudimos comprobar en el All or Nothing de hace un par de años, le agrada al todopoderoso dueño de los Cowboys.

A Garrett se le lleva dando palos casi desde que aterrizó en Dallas, en gran medida por el elevado nivel de masas que mueve la marca deportiva más rica del planeta y porque todo lo que gira alrededor de la franquicia tejana se magnifica. Sin embargo, voy a hacer abogado del diablo diciendo que durante la primera mitad de su periplo como HC no contaba con una plantilla en la que sobrase talento. Cierto que en ataque siempre ha tenido a su disposición muy buenos jugadores, pero en esa etapa inicial la defensa era un total y absoluto desastre y al fin de cuentas el equipo estaba totalmente descompensado.

Sin embargo, no podemos decir lo mismo de los últimos cuatro años y sobretodo de lo que ocurre en este 2019. Hoy en día Garrett tiene a su disposición uno de los rosters más completos y potentes de toda la NFL. He de decir que desde hace un tiempo se está trabajando con muchísima coherencia desde las oficinas del AT&T Stadium y que el front office ha juntado un grandísimo equipo.

Es inadmisible que la máxima instancia que ha pisado Dallas haya sido la ronda divisional y sobretodo no se puede permitir la imagen que están dando durante este inicio de campaña. El ataque, el cual parecía que había sufrido un profundo lavado de cara con la llegada de Kellen Moore a la coordinación, sigue tropezando con la misma piedra de siempre y da la sensación de haber alcanzado su techo.

Algunos señalaréis a Dak Prescott como responsable y no os culpo, yo tampoco creo en él, pero debería ser suficiente para por lo menos dejar al equipo en el grupo de favoritos durante la Regular Season, sobretodo teniendo en cuenta que se sitúa detrás de una de las líneas ofensivas más poderosas, que tiene a su lado a une los running backs más productivos y que recibe sus pases un wide receiver top.

Además, está la problemática de la defensa. Cuando parecía que esta unidad había dado el salto definitivo y se establecía dentro de la élite de la liga de repente a dado varios pasos hacia atrás. El dominio de la pareja Vander Esch-Jaylon Smith ya no es tan reseñable, el pass rush está pasando por un bache profundo y la secundaría se ha hundido.

Las primeras semanas nos hacían pensar que podíamos estar ante el año definitivo del conjunto tejano pero aquello fue un espejismo, está destinados a sufrir hasta el último día por alcanzar un lugar en la postemporada y en el hipotético caso de que lo consiga no le veo llegando muy. En definitiva, mientras veamos a Garrett en la banda de los vaqueros este equipo estará atado de pies y manos y jamás podrán ser tomado en serio. Por más que no quiera Jerry Jones, es momento de pasar página.

INDIANAPOLIS COLTS

Que levante la mano el que creyera que Indy iba tan siquiera a ser un equipo competitivo en 2018. Nadie, verdad. O por lo menos nadie que no fuera seguidor. Pues bien, no solo lo fueron sino que jugaron en enero ganando incluso un partido a domicilio. La llegada el año pasado de Frank Reich fue uno de los mayores y más rocambolescos aciertos que recuerdo. Sabido es que Reich no fue nunca la primera opción Chris Ballard pero que bien les vino el arrepentimiento de Josh McDaniels cuando todo parecía hecho.

Bajo mi punto de vista, el ex coordinador ofensivo de los Eagles que fueron campeones fue quien se debía haber llevado el premio a mejor entrenador de la temporada, puesto que no solo le dio al equipo la vuelta como a un calcetín sino que lo hizo con un grupo de jugadores que por aquel entonces parecía estar escaso de talento. Ahora es muy fácil decir que Darius Leonard es uno de los linebackers con mayor calidad de la liga y que la explosión de la OL estaba cantada con la elección en el draft de Quenton Nelson, pero la realidad es que todo se debe al trabajo del head coach y su staff. Reich es el máximo responsable en el crecimiento que tuvieron tanto estos dos novatos de 2018 como el resto de sus compañeros.

Muy destacable también el trabajo realizado por Matt Eberflus en la defensa, pero al fin y al cabo es Reich quien le dio la confianza y no deja de ser el jefe máximo de todo lo que sucede en ese vestuario. Aunque lo que más me llama la atención es la transformación absoluta que ha vivido una línea ofensiva que pasó de ser la más mediocre de la competición desde hacía un lustro a la más dominante. Impresionante la labor en este sentido y visto en perspectiva, nada extraño después de ver lo que ya había hecho en Philadelphia.

Y por si lo que realizó el año pasado Reich no fuera suficiente esta temporada ha visto como tenía que hacer frente a un nuevo y gran desafío: el retiro de su quarterback estrella Andrew Luck a días de dar el pistoletazo de salida la nueva temporada. Si ya es difícil perder a tu jugador franquicia imaginaros hacerlo sin apenas tiempo de reacción y después de haber planificado todo el año alrededor de él. Pues ni esto (a lo que además se suma un buen número de titulares lesionados) le ha impedido a los Colts seguir aspirando a ganar su división.

Indianapolis es hoy por hoy uno de los conjuntos más rocosos y que mejor football hacen de la Conferencia Americana en todas las fases de juego. El mayor ejemplo lo tuvimos en su asalto a Arrowhead hace un par de semanas, partido en el que tumbaron desde el inicio a uno de los grandes favoritos de liga. Desde aquí reivindico a Reich como uno de los grandes head coach del momento y me quito el sombrero con lo que ha hecho desde que llegó a Indy.

LOS ANGELES CHARGERS

La versión Cowboys de la AFC. Los que llevan tiempo leyendo mis artículos sabrán que durante mucho tiempo he estado entusiasmado con los Chargers, tiempo que terminó con la paliza que se llevaron en el partido divisional del pasado enero frente a unos Patriots que les pintaron la cara. Antes de ese partido ya me lo olía, pero aquel día confirmaron mis temores de que Anthony Lynn es, siendo generosos, un entrenador promedio.

Los Chargers son un claro ejemplo entre los equipos que ganan simplemente porque rebosan calidad por los cuatro costados. Así ha sido durante todo el régimen de un Lynn cuyo aporte desde la banda me parece totalmente insignificante. Está más que demostrado que cuando se encuentra con una piedra por el camino no es capaz de sortearla y que su capacidad de ajuste es completamente nula.

El problema de esta franquicia, dejando de lado todo el aspecto extradeportivo el cual como explicamos en nuestro último podcast no es menor, es que su ventana de oportunidad cada día está más cerca de cerrarse. A Phillip Rivers no le queda mucho tiempo y aunque hay incluso muchos aficionados del equipo que no confían en el quarterback, cualquier resquicio de triunfo que les pueda quedar pasa porque el veterano mariscal sea el que esté alineado bajo el center.

Siempre hablamos de la mala fortuna que sufre este conjunto y de la capacidad que tiene para dispararse en el pie, pero después de tanto tiempo me parece que no son excusas suficientes para justificar el quiero y no puedo en el que están inmersos. Una plantilla como la de Chargers debería ser una de las referentes absolutas de una Conferencia Americana en la que el nivel de competitividad no es tan bestial como en la Nacional.

Lynn no ha sabido conducir al equipo hasta este punto. De una u otra forma siempre han participado en una montaña rusa en la que cuando estaban en lo más alto de repente han caído de manera estrepitosa sin aparente explicación. Esta irregularidad es achacable a un staff técnico que ha gozado de la confianza que dan los resultados, pero el cual debería ahora mismo muy lejos de Los Angeles si la franquicia tuviera a alguien al volante.

SEATTLE SEAHAWKS

Hace tiempo que aprendí la lección: no desconfiar en Pete Carroll. Después de lo que hizo la temporada pasada creo que el elevado número de escépticos que aún quedaban en torno a la figura del entrenador más mayor de la NFL se redujo de manera drástica. Seattle comenzó el año apareciendo en la mayoría de las quinielas como uno de los equipos a conseguir un pick muy alto en el draft y terminaron jugando una de la Wild Cards de la NFC.

Si hay algo más difícil en la NFL que ganar el Vince Lombardi Trophy es mantenerte dentro de la élite durante un largo periodo de tiempo. Hablar de dinastía, salvo que te llames Bill Belichick o Tom Brady, es casi imposible y los Seahawks de Pete Carroll son lo que más se han acercado en lo que va de siglo y el culpable de ello no es otro que el head coach.

Lo más admirable, y mira que no son pocos los grandes momentos que ha vivido este equipo durante la última década, es que han acometido una completa reconstrucción sin haber dejado de competir, uno de los más difíciles desafíos de una NFL en el que el salary cap y la continua regeneración de jugadores hacen que los muy buenos equipos con suerte permanezcan 3-4 años en lo más alto.

En Seattle todos, incluido Russel Wilson, tienen totalmente definido su rol y la función que desempeñan tanto en el vestuario como en el terreno de juego y todos están volcados e involucrados al máximo con la causa. Su juego podrá ser más o menos vistoso, pero son una roca. Cuando no es la defensa la que arrasa con el rival es el ataque el que se las ingenia para ganar y sino son los equipos especiales. Uno no sabe ni como pero al final siempre lo terminan haciendo.

El roster que actualmente tienen los Seahawks es como mucho apañado. Si nos ponemos a comparar jugadores uno a uno con equipos que están en la parte baja de la clasificación os aseguro que con suerte en el 20% de las posiciones os quedaréis con el jugador de Seattle. Este hecho habla a las claras y define por completo el tremendo trabajo que hace Carroll con sus pupilos, ya que nos permite definir a Seahawks como un verdadero equipo.

La Legion of Boom es cosa del pasado, la línea defensiva ha cambiado una y otra vez de piezas, Lynch hace años que no ocupa el backfield, Baldwin se tuvo que retirar por problemas de salud. Solo viene quedando Wislon, Wagner y el aguador de la plantilla, hasta los coordinadores se han ido renovando de manera constante. Pero todo esto da igual, mientras Pete sea el capitán el barco de los Seahawks será referencia de la NFL.

Por Stéfano Prieto

@Stefano_USA

About Author

Comments

comments